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El uniformado se mostró bastante intratable, una actitud muy común en los militares de la citada dependencia, según las frecuentes denuncias de trabajadores de la frontera.
Parece que estos militares se olvidan que son SERVIDORES PÚBLICOS, y como tal tienen la obligación de brindar una atención correcta a los compatriotas. Sin embargo, el maltrato a la ciudadanía es un mal que lastimosamente está enraizado en todas las instituciones públicas.
Los estudiantes se pararon al frente y repudiaron esta actitud, lograron captar incluso en video lo que sirvió para que el uniformado sea identificado y apartado del cargo.
Esta vez pudimos ser testigos de cómo “nuestras autoridades” tratan a la ciudadanía, de cuán equivocadas están en su forma de actuar, pero cientos de compatriotas, muchas veces más vulnerables, que no tienen cómo defenderse, son pisoteados por los funcionarios públicos. Lastimosamente, hay muy poca excepción de los buenos funcionarios.
En el caso de los militares, son los mismos que detienen, golpean e insultan a los compatriotas por dos o tres gallinas que traen del Brasil y, en contrapartida, hacen la vista gorda a toneladas de contrabando que ingresan todos los días al país.
Estos militares son los mismos que permiten que la zona primaria del Puente de la Amistad esté convertida en un mercadillo, desordenado, lleno de vendedores y civiles que nada tienen que ver con el funcionamiento de la Aduana.
La actitud prepotente de “acá mandamos nosotros” es el reflejo del manejo arbitrario que tienen en la custodia de la frontera. Es un secreto a voces que son militares quienes, sin ninguna vergüenza en la cara, comandan el esquema de corrupción que permite el contrabando en la región.
Estos estudiantes nos dieron un ejemplo de que nunca debemos agachar la cabeza ante estos malos tratos porque es la única forma de que los funcionarios públicos aprendan que no son superiores por el carguito que tienen. De lo contrario, nos seguirán pisoteando.