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La Revolución Francesa tenía esa misma compulsión por repetirse a sí misma en toda Europa; la Revolución Americana fue diligentemente “exportada” a nuestra América por los primeros presidentes de EE.UU. y así muchos otros ejemplos.
Tal vez el origen de esta inclinación deba buscarse en el mesianismo, esa exacerbación de la solidaridad que impulsa la pretensión de salvar a otros, lo cual es consistente con el ejemplo de la expansión del cristianismo, su “exportación” a sangre y fuego a todos los países a los que le fue posible atacar.
Algo como eso es lo que mueve a los dirigentes del Foro Económico Mundial (FEM), que se autoadjudicaron la tarea de salvar a nuestro planeta (aunque no tanto a sus habitantes), a buscar afanosamente imponer sus recetas, cosa que está logrando con éxito en la Unión Europea, su hechura más completa.
En este mismo espacio, el pasado domingo 31 de marzo, resumí, en un material que titulé “Repetir a Stroessner”, las recetas del FEM y de la Unión Europea contra las libertades de expresión y prensa.
Esta semana que pasó, la Unión Europea confirmó, en un acto presidido por Javier García de Viedma y Mateo Sirtori, sus máximos exponentes en nuestro país, que están radicalizando la imposición de sus recetas totalitarias contra las libertades de expresión y prensa en nuestro país a pasos agigantados.
Sirtori se atrevió a calificar el debate nacional sobre la ley de “Transformación Educativa” como “una campaña de desinformación” que, además, “sufrimos en carne propia” y, en consecuencia, anunció que financiarán un programa, entre muchos que ya tienen impronta parecida, denominado “Informadas y resilientes: Acciones contra la desinformación y la violencia digital en Paraguay por la defensa de los derechos humanos”, presentado por Juliana Quintana (Memetic) y Pamela Peralta (Tedic) Diakonía.
Un nombre que usurpa el concepto de “derechos humanos” para justificar la supresión del disenso, de la crítica, del debate, de la diversidad y de la libertad con la falsa excusa de combatir la “violencia”, cuando lo cierto es que la violencia la ejercen quienes silencian al que piensa distinto.
García de Viedma, con cinismo sin igual, insinuó que intentar controlar las fuentes de financiamiento de las empresas/sucursales del FEM autodenominadas organizaciones no gubernamentales/sociedad civil es un acto dictatorial, como si el control público de agentes extranjeros no fuera un elemento esencial para cualquier democracia.
La Unión Europea apretó el acelerador para exportar su revolución totalitaria a Paraguay. Lo preocupante, lo grave, es que la ministra de la Mujer, Cynthia Figueredo, y Belén Morra de Relaciones Exteriores avalaron con su presencia este asalto extranjero contra nuestras libertades.