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Guillermo sostuvo que el atropello fue aprobado por burros, mientras que yo sostengo que no fue aprobado por burros sino por fascistas. Aclaro que no niego la existencia de senadores carentes de entendimiento, sino que la iniciativa de este atropello no fue de esos senadores, sino de los otros, de los peligrosos, de los que siendo cultos, prefieren el autoritarismo, los fachos.
Creo que hay que tener mucho cuidado en no menospreciar al adversario, pues eso suele ser un error fatal, y que nuestra lucha requiere precisión en las definiciones porque la imprecisión nos conducirá inexorablemente a dar respuestas erróneas.
El grupo Cartes no está dirigido por burros. Está dirigido por la gente mejor preparada de nuestro país que, además, cuenta con asesoramiento de gente todavía mejor preparada. La razón de su éxito recurrente es esa: Mientras se gastan ríos de tinta y montañas de papel en menospreciarlo sin fundamento, el grupo Cartes piensa.
El fascismo tiene una definición objetiva e histórica y no cualquier cosa es fascismo: Es el gobierno corporativo, de las corporaciones y/o gremios, desde un Poder Ejecutivo hegemónico. Así lo explicó Benito Mussolini en “La Doctrina del Fascismo”.
Los fascistas no son burros, todo lo contrario. Si algo caracteriza al fascismo italiano, al español, al portugués, al francés, al alemán y al paraguayo, es que lo han integrado históricamente algunos de los mejores intelectuales de su tiempo, la gente más preparada: El propio Mussolini, José Antonio Primo de Rivera, Oliveira Salazar, Charles Maurras, Carl Schmitt, Efraín Cardozo, Alejandro Marín Iglesias, Natalicio González, eran todos intelectuales de primerísimo orden.
El grupo Cartes está destruyendo nuestra Constitución desde adentro no porque no sepa lo que hace, sino porque lo sabe muy bien. La derrota recurrente y persistente de nuestra oposición se debe a que confunde lamentablemente los términos de la ecuación y, por tanto, diagnostica siempre mal el problema.
El modelo-país que el grupo Cartes está construyendo a paso firme es poder Ejecutivo hegemónico, poder Legislativo ornamental y poder Judicial complaciente, repitiendo al de José Félix Estigarribia de 1940.
Hernán Rivas es uno de sus soldados, su incorporación al Senado forma parte de un plan elaborado por mentes muy preparadas y creo que confundir esas mentes con Rivas es un error grave. Las mentes que están edificando el modelo-país del grupo Cartes son brillantes y lo primero que deberíamos hacer para enfrentarlo con alguna chance de éxito es reconocer esa realidad.
Aclaro para el pelotudaje bravío que cuando señalo todo lo anterior no estoy diciendo que el grupo Cartes sea churro ni bueno. Pelotudos!