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La vulnerabilidad de estas poblaciones hace que el negocio sea floreciente para los principales distribuidores de los estupefacientes, pero sobre todo por el nulo control policial que existe en estas localidades, de hecho no existe un solo puesto policial en alguna comunidad indígena.
En un lapso de tres meses se produjeron detenciones de jóvenes indígenas –entre ellas inclusive mujeres– sindicados de ser los que venden las drogas; sin embargo, estos son simples vendedores o mulas reclutados por los principales cabecillas, quienes introducen las drogas dentro del departamento.
El consumo de drogas, de forma especial la denominada cocaína tipo crack, se da no solo en las poblaciones indígenas, sino también en las principales localidades latinas de los diferentes distritos del Alto Paraguay, causando toda una verdadera tragedia social, no solo para las familias, sino para toda la población.
Los grandes distribuidores proceden a reclutar a los jóvenes indígenas, como los encargados de las ventas, precisamente por el escaso control que existen en dichas comunidades, pero por sobre todo porque las autoridades evitan investigar a los indígenas, para no llegar a enfrentamientos con los mismos.
El Alto Paraguay es una zona bastante extensa, pero en contrapartida cuenta con pocas comunidades y, por ende, escaso número de habitantes, razón por la cual, si las autoridades fiscales y policiales deciden realizar los controles pertinentes, fácilmente podrán identificar a los principales patrones que traen las drogas, y así acabar con este flagelo social en la zona.
Si el alcoholismo causa adicción, división y expulsión entre los nativos, los efectos de las drogas son más fulminantes y hacen incontrolables a sus consumidores.
Recientemente, se creó el Departamento Antinarcótico de la Policía Nacional, que funcionara en Fuerte Olimpo, sin embargo se debe dotar de infraestructura a la unidad, como ser movilidad propia, solo así podrán realizar sus trabajos.