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Solemos olvidar que el primer partido creado en nuestro país fue un partido de oposición. En 1887, Antonio Taboada fue arrestado por osar candidatarse en oposición a Bernardino Caballero. Unos días después de salir de la cárcel, él y varios más se dieron cuenta que necesitaban juntar fuerzas, cooperar y trabajar juntos para impedir los flagelos del gobierno. Y así, nació el Centro Democrático -que eventualmente se volvió el Partido Liberal.
La moraleja de esta pequeña historia es que un trabajo fundamental de un partido político es el de defender a sus miembros. No es lo mismo atacar a un individuo que atacar a una institución masiva, con recursos económicos, logísticos y humanos, que puede movilizarse para defender a cualquiera de sus miembros. Lastimosamente hoy nos encontramos en una situación similar a la de 1887, donde la oposición al gobierno está dividida, fragmentada, desorganizada y desesperanzada. Y vemos también como el gobierno ataca a Kattya Gonzalez quien, a pesar de haber recibido 100.000 votos populares, tampoco tiene el apoyo de una estructura partidaria sustancial que pueda prestarle apoyo en este momento.
Pero este momento podría ser también una oportunidad. Casi tan claro como el autoritarismo del movimiento de gobierno, queda claro que las partes de la oposición tienen un interés en común. Todos deberían poder ver que lo que hoy le ocurre a Kattya, mañana le podría ocurrir a cualquier otro partido o movimiento de la oposición. Pero justamente esta descentralización es una debilidad masiva. Divide y vencerás, decía el César, y divididos la oposición fue y seguirá siendo vencida.
El problema de la oposición es que pasados intentos de cooperación empezaron con exactamente lo menos importante: las posturas políticas y los planes de gobierno. La oposición ama discutir a muerte temas políticos, y decir que posición A o B es la correcta, y que C o D es la equivocada. Y hasta cierto punto esas tensiones están bien y son parte de la democracia. Pero si esas faltas de consenso llevan a que un partido de oposición no pueda construirse, eso es un problema.
La base de un partido de oposición debería ser simplemente: “no somos colorados y necesitamos ayudarnos mutuamente para protegernos de avasallamientos.” Ese es el máximo interés en común que tiene la oposición, y deberían reconocerlo ya. Las cuestiones sobre cómo gobernar pueden ocurrir dentro del legislativo con debates y discusiones, pero la cooperación institucional tiene que empezar hoy, o sino existe la posibilidad de que ninguna oposición vuelva a poner pie en el congreso.
Y el primer paso que tiene que dar la oposición es que todos los movimientos de la oposición tienen que reconciliarse con el electoralismo. Aunque la oposición logró una concertación para el ejecutivo por primera vez en la historia, la oposición fracasó tremendamente en construir una concertación legislativa para el Senado y para la Cámara de Diputados. No es coincidencia que hoy se encuentran sin mayoría en ambas cámaras a pesar de cumulativamente haber conseguido más votos que la ANR.
Y hasta cierto punto, este miedo a competir en internas competitivas -para posiciones legislativas- es algo que todos en la oposición temen. Por ejemplo, el PEN, el partido de Kattya, no llevó a cabo sus internas en los locales de la concertación, dificultando la participación de sus afiliados -de los cuales hay muy pocos en un principio. El PPQ utilizó una afiliación temporal, que se anulaba después de las internas -que convenientemente permite la participación en la interna pero no en la convención partidaria. ¿Quién sabe en qué condiciones se habrán llevado a cabo las internas del CN y del FG? Y aunque el PLRA sí llevó a cabo una interna legislativa competitiva, también formó una alianza con el PDP, lo cual llevó a que candidatos poco votados del PDP desplacen a candidatos más votados del PLRA en la lista final de la alianza.
En pocas palabras, todos los movimientos de la oposición buscan debilitar, dividir, fragmentar, mitigar el efecto que los votantes tienen sobre su conformación de listas legislativas, y tenemos amplias evidencias en todo este periodo democrático que esta estrategia no funciona. La oposición necesita más que nada en el mundo UNA interna competitiva entre todos los partidos/movimientos de la oposición. Adicionalmente, esta UNA interna legislativa competitiva debería ser monitoreada por el TSJE con la utilización del TREP.
Si la oposición logra armar una concertación amplia con UNA interna legislativa competitiva, va a tener el poder necesario de prevenir cualquier flagelo o avasallamiento del gobierno y si la imaginación lo permite hasta podría ser gobierno algún día. Pero para lograr esto todas las facciones de la oposición tienen que perder el miedo a una interna competitiva.
Si Kattya pudo conseguir 100.000 votos en las generales, hubiese podido también ganar una interna competitiva. Si sos un candidato, y crees que podrías ganar unas generales, deberías creer también que podrías ganar unas internas competitivas. Y si no crees que podes ganar unas internas competitivas, tal vez deberías dedicarte a otra cosa. Es duro a veces enfrentar la realidad, pero ignorarla es peor. Ignorar la realidad de nuestro sistema electoral ha destruido a la oposición. Para reconstruirla, se tienen que despertar. Ya.
PhD en Ciencia Política de Rice University