La limpieza de sangre a propósito del nepotismo

En la antigüedad y en la Edad Media se exigía como requisito para el acceso a cargos religiosos o públicos una figura que se denominada “Limpieza de sangre”. La observancia de este requisito fue indispensable para la admisión en instituciones militares, civiles y eclesiásticas, y se convirtió en una cuestión de honor pasarlo.

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No tenía otra función distinta al bloqueo y a la obstaculización a aspirantes a cargos de relevancia para proteger a las instituciones del ingreso a ella de todos aquellos que no reunían requisitos previamente establecidos. Se basaba en la idea de que con la sangre transmitida de padres a hijos también se transmitía un cierto número de cualidades morales. Ser limpio de sangre y puro para algún cargo público o religioso resultaba de gran importancia y tenía que ser demostrado.

Era ineludible que no se tropezara con algún rasgo o seña que indicara lo contrario, por tal motivo para tomar posesión del cargo era forzoso por parte de quien lo aspiraba aclarar de forma concluyente que reunía las condiciones de idoneidad y competencia, pero sobre todo y en particular de merecerlo. Por ello es que se efectuaban distintas pruebas que abonaran la verdad sobre ese individuo, recopilándose evidencias que esclarecieran y especificaran el conocimiento y la aceptación de la persona que requería ser merecedora de dicho cargo.

Viene a propósito dicha figura habida cuenta la perniciosa práctica del nepotismo en el ámbito político paraguayo, la que se sustenta en la parentela, en la sangre. Prácticamente todos los días los medios, aquellos que están al servicio de la sociedad y, en particular, los que en su rol de tal cuestionan al poder, al abuso del poder, no han dejado de revelar a la sociedad paraguaya la ilegalidad y descaro por parte de la clase política paraguaya y su parentela al respecto; clase y parentela que –al parecer– cree que no solo los rasgos fisiológicos sino que las cualidades morales y aptitudes para los cargos se heredan en el momento de la concepción, por ello con tanta desvergüenza afirman creerse merecedores de esos.

Mucho se ha dicho lo que implica el nepotismo, sus consecuencias perniciosas y en particular la discriminación a la que se recurre porque no es menos cierto que acceder a cargos públicos y beneficiarse del erario público sin concurso discrimina odiosamente al que por imperio del concurso puede acceder a esos. La Constitución paraguaya prohíbe todo tipo de discriminación (art. 46º), pero ello no ha hecho mella en quienes la practican, menos aún en quienes se benefician. Muy por el contrario, con una impavidez que raya el cinismo y el impudor se han manifestado con convicción de ser merecedores del cargo y del salario al colmo de negarse con insolencia propia del ignorante dar cuenta de cómo han accedido a dicho puesto laboral.

La clase política paraguaya y su parentela, esa que vive colgada del erario público y de los negociados con el Estado, es de obviedad que no pasarían de estar vigente la “Limpieza de sangre”, porque no solo no tiene la capacidad intelectual e idoneidad requeridas por la Constitución para acceder al cargo público, sino que carece de cualidades morales, por ello y ante la carencia de argumentos recurre al nepotismo soslayando la capacidad e idoneidad, requisitos únicos por cierto establecidos en la norma primaria de la República para tales efectos, art. 47 inciso 3, y que son lógicamente los únicos válidos.

aamonta@gmail.com

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