Mientras tanto, el show del Congreso continúa y para indignación de todos, los nepobabys, nepoyernos, neposuegros y toda la fauna circundante siguen aferrados a sus inmerecidos cargos. Superada la sorpresa inicial, que les tomó como de contrapierna porque no se lo esperaban, dejaron luego de lado cualquier atisbo de vergüenza y en los últimos días incluso respondieron con sarcasmo a la prensa. Obligados como están a presentarse a sus lugares de trabajo -por llamarlos de algún modo- para no ponerse aún más en evidencia, tienen el tupé de burlarse de la opinión pública, mientras son amparados por sus propios jefes, víctimas y cómplices de todo este esquema.
Impertérritas, las autoridades electas por voto popular, designadas por el Ejecutivo o elegidas por sus pares, al ser consultadas sobre su posición al respecto, en el mejor de los casos miran de frente a las cámaras y ensayan todo tipo de excusas. Evitar responder directamente al tema y ensayar explicaciones de toda laya es lo único que saben hacer para justificar nombramientos de parientes en cargos públicos y la sobrepoblación numeraria que existe prácticamente en todas las reparticiones, entes y empresas estatales. El reiterado discurso del recorte del gasto público y achicamiento del Estado, tan repetido en campaña electoral, ya ni siquiera se puede considerar una expresión de deseo, porque no va acompañada de signos positivos.
El cuadro es desolador: Mientras una congresista de un partido inmensamente minoritario contrata a un asesor externo especializado en la Sorbona de París con una remuneración de 4 millones de guaraníes mensuales, otros “colocan” a parientes y amigos sin ninguna preparación pagando el triple o más. Es fácil, el dinero no sale de sus bolsillos. La meritocracia en Paraguay languidece, en peligro de muerte mientras estos zánganos se regodean, verdaderas sanguijuelas por culpa de las cuales miles de ciudadanos pierden oportunidades legítimas.
Es posible que en un par de semanas se publique la sanción impuesta al agente de la Policía Caminera, puede que sea dado de baja del cuadro o que cumpla una sanción administrativa menos dura. Sobre este eslabón relativamente débil dentro del esquema de la corrupción, existen altas probabilidades de que se ejerza presión y castigo. De lo que estamos en duda es qué ocurrirá con los recomendados raboneros como así también con sus respectivos “recomendadores”, que a estas alturas ya encontraron los argumentos para explicarnos a todos que el nepotismo en que incurrieron y está a la vista de todos en realidad no es tal cosa, y que sencillamente entendimos mal.
Un adagio romano rezaba “Dura lex, sed lex”, haciendo alusión a algo tan válido hace 20 siglos como en los tiempos actuales: “La ley es dura, pero es la ley”. Este principio general del derecho proveniente de la Roma antigua, establece claramente que la aplicación de las leyes es obligatoria, y debe producir efectos contra todas las personas. Esta sencilla lógica legal constituye un principio fundamental de los Estados de derecho… por cierto, nos preciamos de ser uno.
La ley en primer lugar, todos los actos deben enmarcarse dentro de ella y nada por fuera, y cada ciudadano sometido a la misma -gozando de sus beneficios, sufriendo de los castigos establecidos- de forma igualitaria, así deberían funcionar las cosas. En colisión con el sueño republicano de Marco Tulio Cicerón, en nuestro país la corrupción está tan normalizada que muchas de las víctimas -que en realidad somos todos- ya perdieron la capacidad de indignarse ante estos atropellos, mientras que otros, beneficiarios importantes o por lo menos “de una colita” de este saqueo siguen participando del mismo, engranajes de una máquina obsoleta y que paulatinamente destruye a todo lo que ingresa a ella.
Mientras tanto, esperaremos con atención tanto los resultados del sumario al agente de la Policía Caminera como también las acciones que se tomen contra todos y cada uno de los recomendados del Poder Legislativo, proceso en cuyo resultado será más que relevante el trabajo incansable de la prensa como también las manifestaciones ciudadanas.