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Justamente días atrás, en el marco del tratamiento del acuerdo constitucional para el ascenso de los generales de las FF.AA. la senadora Blanca Ovelar (ANR) hacía referencia a la falta de oportunidades de acceso a puestos de poder en el ámbito castrense a mujeres de intachable trayectoria profesional.
“Voy a acompañar el ascenso… echo de menos que no haya una sola mujer en esta lista, todas pasan a retiro. Quiero mencionar a una de ellas, a la Cnel. Erika Segovia, brillante militar, que por primera vez en la historia el Paraguay (podría llegar a tener) una mujer general”.
La Cnel. Segovia se ha preocupado y ocupado de formarse en todos los grados posibles referidos a la carrera castrense y también se ha especializado en el extranjero con honores; ha trabajado en los confines chaqueños por el bien de los compatriotas. Pero eso no ha sido suficiente para que al menos la hayan tenido en cuenta.
Dirán que no es “de carrera”, porque ella está formada como odontóloga cirujana maxilofacial, especializada en Alemania y ha sido incorporada junto a sus camaradas de la Promoción 1993, rindiendo los exámenes requeridos en cada etapa.
Pero bien sabemos que cuando quieren torcer las leyes y las normas para ubicar a quien sea, por el arte del birlibirloque se encuentra la forma para que el círculo encaje dentro del cuadrado. Ejemplo: Nepobabies y otras autoridades de dudosa idoneidad.
Ojalá, como decía la senadora Ovelar, el año que viene en la lista de ascensos podamos ver el nombre de alguna congénere y el generalato femenino sea una realidad. Entretanto, en la Policía Nacional ha dado un paso al frente en eso del “poder del ejemplo” nombrando a sus primeras cuatro mujeres con el cargo de Comisario General Inspector.
Ojo, no decimos que las unas sean mejores que los otros, pero ya sabemos lo que ellos pueden hacer. Habría que tener la oportunidad de qué cosas pueden hacer las mujeres en esos cargos. Igualdad de oportunidades.