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Esta semana nos sorprendieron (en realidad, no) las declaraciones del presidente del Congreso, Silvio “Beto” Ovelar, defendiendo el nombramiento de su hijo de 20 años en el Parlamento. Lejos de expresar una postura cauta o incluso alejarlo del escarnio público pidiéndole que se apartara del cargo, lo defendió, pero insultando a gran parte de la población paraguaya.
“Esas son las tiranías del mérito, de la meritocracia, que chicos como Ale (su hijo) van a tener un desempeño brillante porque tuvieron un colegio bueno comparado con el chico que vino de una escuela del interior, con profesores probablemente mediocres”, dijo el titular del Congreso.
Lo que Beto Ovelar hizo fue darnos un golpe de realidad, sintetizar la crítica situación educativa en Paraguay y demostrar, no solo con palabras sino con hechos, la enorme desigualdad y el clasismo al que este sistema nos somete. Lo que no hizo, y tampoco lo hará, es hablar de los responsables de esa situación.
¿Quién es el culpable de la pobre educación pública paraguaya, del atraso en la formación docente, de las precariedades de las instituciones educativas del interior y de crear esa brecha entre clase sociales? No hay sorpresas: es el Partido Colorado.
Beto Ovelar habla de meritocracia para no hablar de privilegios. Privilegios para un muchacho que nunca supo ir a la escuela con el estómago vacío, nunca dio clases bajo un árbol de mango, nunca caminó kilómetros para poder estudiar o festejó la llegada de dos lápices y tres cuadernos en un kit escolar. La falacia de la meritocracia es palpable en nuestro país.
Un país en donde un recién egresado promedio del Nivel Medio (si es que llega a terminarlo) debe buscar una salida laboral rápida para sobrevivir, ayudar a su familia y pagarse sus estudios. Un país en donde, solo en 2022, hubo una deserción escolar de casi el 30% en el rango de 15 a 19 años. Es decir, mientras el hijo de Beto Ovelar era “ordenanza” del Congreso a los 18 años, miles de chicos de su edad dejaban el colegio por diversas circunstancias. Un país en donde no sirven los títulos sino estar afiliado a la ANR, según el propio presidente de la República.
“Ale” Ovelar es solo una muestra más de que el “hijo de..” tiene ventajas, ya sea por su fortuna, su estatus, su “colegio TOP” o el cargo de su papá. Pero no es meritocracia, es privilegio. También es el Partido Colorado que precarizó al máximo la educación pública paraguaya en décadas de Gobierno.
La meritocracia no existe, tal y como la ética de Silvio “Beto” Ovelar, mucho menos en un país en donde las autoridades sean como él.