Los corruptos favorecen al crimen orgánico

El político parece hoy un hombre de contramano a la Historia. La humanidad vive la era del conocimiento y los políticos, especialmente paraguayos, con señaladísimas excepciones, son pintorescos pasajeros de la vulgaridad. Es más: se ufanan de su vacío mental. Lo peor es que muchos de ellos son presuntamente corruptos. Aunque, según el ilustrado neocartista Yamil Esgaib, los corruptos “no son peligrosos”.

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En su célebre Diccionario del diablo (1911), el escritor estadounidense Ambrose Bierce (1842-1914) afirma: política es el “Manejo de los intereses públicos en provecho privado”. Ya en aquel tiempo tenían mala prensa los políticos. Una fama de tenebrosos dotados de impunidad gracias al corporativismo, la defensa mutua inexpugnable ante la justicia, que a su vez era invadida por políticos. Hoy vivimos la plena vigencia de ese panorama. O peor.

En el pasado asistíamos a acciones ocasionales de políticos corruptos. Hoy presenciamos la infatigable maquinación del crimen organizado, que trasvasa su letalidad a partidos políticos, instituciones constitucionales, gobiernos, organismos internacionales, organizaciones aparentemente nobles. La corrupción sistematizada.

El crimen organizado es tan orgánico que pareciera (des)organizar al poder institucional para recrearlo a su imagen y semejanza. Esto no solo ocurre en la actualidad; la criminalidad viene infiltrándose desde antes. El peligro es que pueda culminar el trabajo comenzado: y gobernar directamente. Hay señales alarmantes.

Una señal es el vaciamiento institucional de los partidos tradicionales. Éstos se hallan infectados por la prepotencia de la billetera y por la ambición egoísta de utilizarlos como plataformas para asaltar las arcas públicas. No es casual que el Congreso se llenara de personajes sin calidad ninguna: ni moral ni intelectual. La dignidad ha dejado de ser un atributo en la política. Estos seres, sin ningún rigor crítico y manejados por sobres de papel amarillo, no se opondrán a los designios del crimen. Es más: cooperan para que se cumplan.

Antaño, el crimen luchaba contra las leyes. Hoy se piensa en leyes que faciliten el crimen. Para eso se constituyó un Congreso complaciente sobre la mayoría de un Partico Colorado privatizado y una oposición domesticada. De la antigua oposición quedan solo algunos pocos gladiadores, mujeres y ciertos varones que no sucumbieron a los sobres o a canonjías de cargos con salarios suntuosos para sus familiares.

El objetivo del crimen organizado que se estaría cumpliendo a pasos acelerados es el copamiento de las instituciones y de los organismos extrapoder. Lo de Interpol en el caso Marset es una muestra; el encubrimiento a la “prófuga” Dalia López (nadie la busca) es otra. La protección desesperada a Hernán Rivas apunta a algo. Tacumbú en manos de Rotela. El proyecto Esgaib es grosero. Y nos advierten que los corruptos “no son peligrosos”.

Los corruptos, políticos de contramano a la Historia, favorecen al crimen orgánico. La corrupción con poder mata al amparar el narcotráfico, el vaciamiento sanitario, la degradación educativa, la inmoralidad judicial. Los corruptos son peligrosos: tienen modos criminales. Si los corruptos coparan el poder institucional, gobernará, irreparablemente, el crimen organizado.

nerifarina@gmail.com

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