Nuestro deber: desarrollar los talentos

El Señor nos cuenta una parábola más, tratando de hacernos comprender en qué consiste el Reino de Dios, y cómo debemos manejarnos para participar de él.

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Hoy revela que Dios nos regala talentos a todos nosotros: a unos les da cinco, a otros, dos y a otros, uno. Sin embargo, no hay ninguna injusticia en esta distribución, ya que todos reciben lo suficiente para realizar bien su misión.

Además, “a quien mucho se le dio, mucho se le pedirá”, exhorta Jesús, de tal modo que las responsabilidades y criterios de evaluación son distintos.

Nuestra primera actitud debe ser la de agradecer los dones recibidos de Dios, pues es un gesto gratuito de su amor, que contempla a todos, ya que para Él no hay hijos “mimaditos” y otros “olvidados”.

Dios es sumamente generoso con todos, pero muchas veces, uno no se da cuenta de esto.

Además de agradecer tantas bendiciones, el Evangelio llama la atención para uno de los dramas más profundos de la vida humana: al revés de desarrollar los propios talentos, uno se pone con envidia del otro, además, se deja llevar por la apatía.

La obligación de cada uno es luchar para acrecentar sus propios talentos, manifestar empeño constante para que ellos den muchos frutos, hacer las renuncias que hay que hacer, y no dejarse atrapar por la mentalidad “light” que nos circunda.

Es más, toda persona debe tener metas claras para su vida, que sean razonables y realizables dentro de un cierto plazo.

Desarrollar los talentos y ponerlos en común, tener la valentía de compartir los dones que, en verdad, son para beneficio de todos y jamás para el disfrute egoísta.

Dios recompensa la fidelidad creativa de quienes se arriesgan, se esfuerzan para servirle a Él y a los demás, como notamos en la expresión a aquel que recibió cinco, y dos talentos: “Muy bien servidor bueno y fiel, ya que fuiste fiel en lo poco, entra a participar del gozo de tu Señor”.

Infelizmente, a veces el ser humano no se interesa de cuidar de sus propios dones, sino de envidiar a aquellos que se esfuerzan en progresar y corresponder a los talentos recibidos. Para colmo, usando expresiones muy sospechosas, como “fulano tiene suerte y yo no tengo...”, cuando realmente lo que está en juego es el ardor para agrandar sus dones, versus la mala postura, que es perder tiempo en tonterías.

Hoy celebramos también la “Jornada Mundial de los Pobres”, situación para estimularnos a disminuir las varias clases de pobreza que afectan al mundo.

Paz y bien

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