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Para ejemplo tenemos lo sucedido en la semana pasada en Fuerte Olimpo, una escena que parecería sacada de una película de acción y que ha superado por lejos a la realidad: Una fila de autos y camionetas con las luces encendidas iluminaban la pista. Algunas motos también fueron dispuestas de una manera específica para no confundir al piloto civil Alex Cantero que volaba desde Asunción para realizar una evacuación aeromédica.
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Al costado del pequeño aeropuerto aguardaba en una camilla una persona enferma de gravedad. Desde arriba el piloto acordaba con el mando en tierra cuál sería la señal para el aterrizaje: “la explosión de un 3x3 (bomba de estruendo)”.
A la cuenta de tres, la mecha se encendió rabiosa y por unos segundos todos contuvieron la respiración. Todos miraron al cielo aguardando el resplandor seguido de las explosiones. En ese momento comenzó el descenso del avión. El aterrizaje fue un éxito. Rápidamente, acomodaron a la persona enferma para llevarla a destino.
La escena fue de riesgo para todos. Para quien venía volando y para quienes estaban en tierra. Un mínimo error y podría haberse generado una desgracia de proporciones mayores. Todo este riesgo se podría haber evitado si las autoridades -y no me refiero a las de turno, sino a las que vienen pasando desde 1989 a la fecha- no robaran tanto y de verdad se interesaran en proveer de los servicios básicos a las lejanas comunidades chaqueñas.
El aeropuerto de Fuerte Olimpo no tenía luces porque sus baterías se agotaron y la DINAC no se ocupó de reemplazarlas, optimizarlas o lo que haya que hacer para que funcionaran.
Este, como decíamos es un ejemplo de las calamidades que padece el departamento de Alto Paraguay. Se suman: una deficiente provisión de energía eléctrica, de agua potable (pese a que algunas de sus poblaciones se erigen a orillas del río), la educación en manos de la politiquería, niños sin almuerzo escolar, la emergencia vial y la calamidad recurrente: la falta de infraestructura en salud. A dónde más se debe “explotar el 3x3″ para que las autoridades hagan algo y que la resignación y el “lo atamos con alambre” deje se ser normalizado para áreas que no son “políticamente rentable$” para las autoridades de turno.