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Nacido el 10 de mayo de 1931, nieto de Francisco Fernández, firmante del acta fundacional del Centro Democrático, Partido Liberal, el 10 de julio de 1887, Evelio militó en el liberalismo y fue líder juvenil, como lo demuestra el hecho de haber sido presidente de la Federación Universitaria del Paraguay y vicepresidente del Congreso Latinoamericano de Estudiantes.
Egresado de la Universidad Nacional en Filosofía y en Derecho, fue un catedrático universitario reverenciado por sus estudiantes no solo por su sabiduría, sino también por su enorme capacidad para transmitir valores y por la dignidad para sustentar sus principios en pleno régimen autocrático. Fue profesor de Lingüística, Filosofía del Lenguaje y Derecho Constitucional.
Se hizo erudito en una disciplina compleja: Lingüística. Así, escribió libros notables, como Significables y filosofía del lenguaje (1992) y Lenguaje, acciones y hechos (Servilibro, 2014). Este último, en el marco de la colección Academia Paraguaya de la Lengua Española, un volumen insoslayable para el conocimiento cabal de los entresijos del idioma castellano. Don Evelio Fernández Arévalo, tal el tratamiento académico, había asumido como miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y correspondiente de la Real Academia Española el 2 de junio del 2012.
En el campo del derecho y de la política, escribió obras como: Paraguay, transición y democracia (1998), Habeas corpus, régimen constitucional y legal en el Paraguay (2000), Legislación sobre derechos intelectuales (2001), Órganos constitucionales del Estado (2003) y Constitución de la República del Paraguay comentada, concordada y comparada (2012).
En octubre del 2019 la Cámara de Diputados le concedió la Orden Nacional al Mérito Comuneros. En noviembre del 2022 el Senado le distinguió “por su loable trayectoria política y su invalorable aporte a la civilidad y democracia paraguaya”.
Fue presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y es memorable su discurso como tal en el 126.º período de sesiones de la CIDH, en el 2006, en Washington, cuando ratificó que son componentes fundamentales de la democracia “la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa”.
Denunció entonces las desigualdades en América y “la falta de satisfacción de las necesidades básicas y a la educación”, que colocan “a grandes sectores sociales en situación de vulnerabilidad ante los ajustes estructurales y los desajustes de la economía”.
Mis respetos, don Evelio. Para usted y su Escarabajo lleno de simbolismo. Que su memoria no se borre en este país que necesita apremiantemente de modelos de decencia. Como lo fue usted.