Jesús es sol, la Iglesia es luna

El Evangelio muestra la pesquisa que Jesús hizo acerca de su persona y, después de la respuesta de Pedro, afirmando ser Él el Mesías, Hijo del Dios vivo, Jesús proclamó: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella.”

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Jesús quiso fundar la Iglesia como un acto consciente de su voluntad, de modo que ella no es una casualidad con fines organizativos. Jesús fundó solamente una Iglesia, que subsiste en la Iglesia católica, es gobernada por el sucesor de Pedro, aunque fuera de ella puedan encontrarse elementos de santificación y de verdad, que impelen hacia la unidad católica. (LG 8)

Únicamente Jesús es la luz de todos los pueblos, el camino que nos lleva al Padre y aquel que nos envía el Espíritu, que sana, liberta y santifica. Los Santos Padres usaban esta comparación: Cristo es Sol, la Iglesia es luna. Declaraba San Ambrosio: “De hecho, la Iglesia no refulge con luz propia, sino con la luz de Cristo. Obtiene su esplendor del sol de la justicia.”

Jesús puso los fundamentos de su Iglesia y la lanzó al mundo para anunciar el Evangelio y hacer crecer su reino, que significa un nuevo tipo de relaciones humanas, donde se deja de lado el egoísmo y la explotación, para manifestar la justicia y la donación de sí mismo.

Los católicos tendrían que vivir de manera más intensa su gratitud por pertenecer a la Iglesia de Jesucristo, por el privilegio de ser bautizado, de escuchar su Palabra y de recibir un trabajo encomendado por el mismo Señor: hay que cooperar con Él, que sigue edificando su Iglesia a cada día de nuestra historia.

Además, la promesa segura de que un día irán a disfrutar de la felicidad plena, en la Iglesia del cielo, como resucitados y victoriosos.

No solo la gratitud, sino también la alegría, pues en la Iglesia recibimos el perdón de nuestros pecados, en la Confesión, alimentamos nuestro amor en la Eucaristía y festejamos al compartir con los hermanos.

Los católicos deben ver su Iglesia como Madre, que genera para la fe y consuela en los momentos en que recibimos los inevitables golpes de la vida.

Asimismo, ella es Maestra que enseña el camino para ser más fiel a Jesucristo, que inculca valores morales, evitando que uno sea víctima de tantas ideologías cretinas que andan por ahí.

Agrandemos nuestro sentido de pertenencia a la Iglesia, colaboremos para que sea más coherente y participemos de la Misa todos los domingos.

Paz y bien

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