Concepción, 1947

Mañana se cumplen 76 años del desprendimiento de las fuerzas revolucionarias de Concepción. En un acto sorpresivo se puso en marcha, por agua, el deseo de llegar a la capital de la República y derrocar a la dictadura del general Higinio Morínigo.

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El 31 de julio de 1947 la mitad de los concepcioneros respiró aliviada y la otra mitad, con preocupación por la esperada revancha que pronto se instaló con saña, como era de esperarse en momentos en que el odio se había generalizado.

Concepción pagó un precio muy elevado por aquel levantamiento, el 8 de marzo de 1947. Durante la dictadura de Stroessner (1954–1989) el Departamento fue marginado del interés gubernamental.

La del 47 fue una guerra civil devastadora. Hasta hoy llegan las ondas expansivas de aquella tragedia que se extendió por casi todo el país durante cinco meses.

Lo acontecido en aquel año aciago fue la consecuencia de circunstancias políticas que pudieron haberse evitado. Hoy mismo el país vive en la incertidumbre de donde suelen salir las explosiones sociales y políticas. Nuestras instituciones se debilitan peligrosamente cada vez más. Son incapaces de enfrentarse con éxito a la corrupción, por ejemplo.

La revolución del 47 fue más dolorosa aún porque nació del equívoco de un capitán, Bartolomé Araujo. Creyó que la señal para tomar la unidad militar de Concepción fue el atropello, en Asunción, al Cuartel Central de Policía por un grupo de febreristas, el 7 de marzo. Al día siguiente estalló la guerra civil que tuvo como epílogo la masacre inverosímil en Villeta.

Esta revuelta se dio apenas 12 años después de terminada la guerra con Bolivia. O sea, cuando el país estaba saliendo de su enorme pérdida humana y económica. También cuando los excombatientes retomaron su vida cotidiana amparados por la paz. Pero muchos de esos excombatientes, que enfrentaron victoriosos la tenacidad boliviana, conocieron en la revolución un sufrimiento mayor en manos de sus compatriotas. Después de la Guerra del Chaco volvieron a sus hogares. Después de la revolución, los perdedores salieron obligados del país. Nunca más regresó gran parte de ellos.

La revolución de 1947 se inició en junio de 1946 cuando el dictador Higinio Morínigo, sin posibilidades de reaccionar, cedió a las exigencias de un grupo de militares, conocidos luego como “institucionalistas”, de cambiar el rumbo autoritario del gobierno. Así nació la “primavera democrática” con un gobierno de coalición integrado por colorados, febreristas y militares. Actuaron libremente los partidos políticos, las organizaciones sociales y culturales. La ciudadanía y la prensa recuperaron la voz. Este sueño duró seis meses. No soportó la ambición desmedida de poder de los políticos y la “primavera” se derrumbó. El gobierno de coalición devino gobierno de colisión. Se retiraron los febreristas con gran contento de Morínigo. ¿Qué hacer con los colorados? ¿Sacarlos del poder y quedarse solamente con los militares? El dictador ya tenía sus planes tejidos por su endiablada astucia. Cobraría muy caro los seis meses que le tuvieron arrinconado en el Palacio de Gobierno escuchando, impotente, el griterío que subía de la calle contra él.

El sábado 11 de enero de 1947, Morínigo preguntó a los militares cómo les parecía que debía constituirse el gobierno. Si el Partido Colorado no se retiró ¿habría que retirarlo? Los altos jefes, en mayoría, optaron por un gobierno militar que tuviera el mandato de convocar a una Convención Nacional Constituyente. Los militares regresaron el lunes y se encontraron con la noticia de que Morínigo había elegido a los colorados para compartir con ellos el poder.

El 13 de enero tuvo una consecuencia nacional desdichada. Los militares, humillados por su Comandante en Jefe, comenzaron a hablar de rebelión. Una señal errónea hizo estallar la revolución. Fue otro testimonio de que nuestro país salta de la tragedia a la comedia; del drama a la farsa. Como hoy. Nunca, o rara vez, la política paraguaya ha contado con tantos farsantes como en la actualidad. ¿Terminaremos en tragedia?

alcibiades@abc.com.py

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