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El hurrerismo adorador facilita el ascenso social, pero anula la credibilidad de quien lo practica. La lisonja es una forma de menospreciarse.
La gente chupamedia no le adula al pichi. Los aplausos y las palabras de exaltación le dedican a quien ocupa un cargo importante o posee mucho dinero, aunque sea valle. Ojo que alrededor del poder hay aduladores y envidiosos. Los chupamedias profesionales están detrás de las prebendas y los cargos planilleros. Los envidiosos buscan la destrucción, el mal y la caída.
Es fácil reconocer en fotos a hurreros y hurreras influencers. Su obligada presencia en actos políticos les delata. A veces meten la pata y festejan su cumpleaños en la casa de algún soberano delincuente del primer anillo. Contagian al auditorio con su efusivo aplauso y sus gritos de hurra, siempre cerca de su líder político. La actitud servil les pone en evidencia cuando forman fila para felicitar por su cumpleaños a su adorado cabecilla.
George Chapman dice que los aduladores se parecen a los amigos como los lobos a los perros. Y digamos que quien hace caso de aduladores, en el pecado lleva la penitencia, ya que seguro acabará teniendo que recompensar por haberse dejado engañar.
Por otra parte, adoración es una palabra que proviene del latín y parte de las voces ad y oro. La palabra hurra es conocida como una antigua manifestación verbal de alegría. Es probable que su origen sea un simple rugido para enardecer a los guerreros primitivos y asustar a los enemigos
¿Y de dónde viene la expresión hep, hep,¡hurra!? Se sabe que la expresión hep, hep, se usaba en las manifestaciones antisemitas del siglo XIX para molestar a los judíos europeos. Una teoría dice que se trata un acrónimo de Hierosolyma est perdita, “Jerusalén está perdida”. Pero la verdad es que hep parece ser un sonido onomatopéyico, semejante al ¡hey!, con el que los pastores azuzaban a los rebaños para conducirlos por donde querían.
Las tramas políticas del poder están plagadas de hurrerismo adoracionista, intrigas, acertijos, conspiraciones, alianzas que se deshacen y rehacen provocando traiciones e invocando lealtades. La intriga es una situación que impide saber cuál es la verdad y el recelo es un sentimiento que indica desconfianza, temor a malas intenciones e inseguridad. Caín, Goliat, Dalila, Judas, Jezabel y Nerón en los altos cargos y en el congreso.