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Recordar el pasado es una costumbre que para mí carece de sentido si solo se limita a mencionar fríamente los hechos acaecidos, con la pretensión de revivir una realidad que ya nunca volverá a ser tal. El tiempo pasado no existe; ya sucedió, ha quedado atrás para siempre. Pero los sentimientos y emociones que germinaron de los hechos del pasado en sus protagonistas, pueden transmitirse en el tiempo hasta el presente, y servir de fuente inspiradora para suscitar ideas, y generar propuestas promisorias para la creación de organizaciones destinadas a mejorar el presente, o modificar el futuro de las personas y de las sociedades humanas.
Ocurrió en ocasión del IV Congreso Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, organizado por la Asociación de Abogados Laboralistas del Paraguay en abril de 2006; previa consulta y consentimiento de la Fundación Desarrollo Humano, cuya presidencia ejercía en ese momento, elaboré el proyecto de “Estatutos del Instituto para la Unión de Bolivia y Paraguay”; ese documento contó además con la conformidad de la Junta Directiva de la Asociación de Abogados Laboralistas, fijándose una convocatoria para la Asamblea Fundacional el 7 de abril de 2006, a las 19 horas, en el Salón de Actos de la Universidad Iberoamericana; en las deliberaciones participaron abogados y otros profesionales de Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, quienes suscribieron el Acta Fundacional.
Son socios fundadores paraguayos del “Instituto para la Unión de Bolivia y Paraguay”, cuyas firmas figuran en el original del Acta de Fundación que obra en mi poder: Jorge Darío Cristaldo Montaner, Manuel de Jesús Ramírez Candia, Nisbaldo Céspedes Gayoso, José Vicente Franco, Graciela Panza Benítez, Beatriz Cristaldo Rodríguez, Isaac Roux Gorgerino, Antonio Roux Vargas, Eduardo Pérez Avid, Silvio Martínez Jiménez, Martiniano Capurro Pratte, Tadeo Zarratea Dávalos, Rocío Penayo Zarza, Donatila Zelaya Burgos, David Ranulfo Sigmund, Liliana Cuenca, Martha Cristaldo Rodríguez, Juan José Oporto, Óscar Augusto Martínez Pérez, Óscar A. Jiménez Paniagua, Juan de la Cruz Rodríguez, Blas Toledo Morales, María Cristina Leiva, Juan Roberto Inglés, José Manuel Candia. En la Asamblea Constitutiva se dio lectura al Proyecto de Estatuto Social del Instituto, resolviéndose su vigencia hasta la siguiente asamblea que estudiaría el texto definitivo, para su aprobación con las modificaciones presentadas por los socios.
El Art. 4º, inc. a, del Estatuto menciona entre las finalidades del instituto: “promover y organizar la participación proactiva de investigadores, científicos, profesionales y técnicos de los dos países, que conduzca mediante un proceso gradual y acelerado de integración, a la unificación política, económica, social, cultural y medioambiental de Bolivia y Paraguay, en el contexto de la unión de los estados y de los pueblos de América Latina, y, en particular, de América del Sur”; inc. b: “Trabajar para construir, mediante la libre autodeterminación de los pueblos de Bolivia y Paraguay, un estado federal, descentralizado y desconcentrado, respetuoso de la diversidad étnica y de la pluralidad ideológica y cultural de la población, sin dominio ni controles hegemónicos de ninguno de los Estados-Parte, con instituciones políticas gestadas y gestionadas democráticamente que funcionen para promover, entre otros valores y fines, los siguientes: la dignidad humana, el bien común, la solidaridad, la justicia social, el desarrollo integral sostenible, y la paz, en el contexto de unión de América del Sur”. Siguen 8 finalidades más.
Además de los profesionales paraguayos, suscribieron el Acta de Fundación 15 abogados bolivianos, entre quienes cabe destacar al entonces embajador de Bolivia, Dr. Alfredo Seoane, y al jurista, historiador y escritor Isaac Sandoval Rodríguez. También figuran las firmas de dos reconocidos iuslaboralistas: Rodolfo Capón Filas de Argentina y del jurista y político uruguayo Helios Sarthou. Todos los documentos originales obran en mi poder.
Mediante la Unión de Bolivia y Paraguay, los objetivos estratégicos de los ejércitos contendientes de la Guerra del Chaco (1932-1935) serían logrados con exceso por los dos países: los límites orientales de Bolivia no sólo llegarán a la margen derecha del río Paraguay, sino hasta el río Paraná; por su lado, Paraguay no tendrá por límite la Línea de Hitos acordada en el “Tratado de Paz, Amistad y Límites”, suscripto el 21 de julio de 1938 en Buenos Aires, sino que mediante la Unión será la cordillera de los Andes y Perú. El estado federal Bolivia-Paraguay tendrá una superficie de 1.505.752 km² y será el tercer país más extenso de Sudamérica, después de Brasil y de Argentina. La capital del flamante estado federal y la sede del gobierno de la nueva república será una gran ciudad moderna, amigable con el medio ambiente, construida sobre la Línea de Hitos en el centro del Chaco Boreal. Se terminará el lugar de la utopía, el sueño ya será realidad, y plena la felicidad de sus habitantes.