Profundizar el voto preferencial

Ni bien se habían acabado las pasadas elecciones municipales cuando varias voces plantearon volver a considerar el sistema de elección a través del voto preferencial, debido los resultados que se dieron en la composición de las diferentes juntas municipales.

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En efecto, la modificación que permite al ciudadano otorgarle su preferencia a un candidato dentro de una lista cerrada, reduce el voto castigo que se daba por el descontento con una lista encabezada por personas que no eran del agrado del votante, que al tener a otras como opciones más potables dentro de ese grupo político, escoge a estas dentro de esa misma lista evitándose así la fuga de votos del adherente de ese partido.

Esto naturalmente privilegia a las grandes estructuras, capaces de tener a todos sus candidatos poniendo recursos propios y no tan propios para acopiar votos para ese equipo, buscando alcanzar la mayor cantidad de apoyos individuales.

El desencanto con la modificación implementada en el sistema electoral, proviene de quienes pensaban que conseguirían todos esos votos de castigo por descontento, con solo modificar la norma sin analizar los efectos que esto tendría.

Recuerdo haber debatido en varias oportunidades el tema en la 730 AM durante el proceso de discusión de la modificación, explicando los resultados que esta tendría, generando la reacción de enojo principalmente de simpatizantes de esa masa gelatinosa que denominamos tercer espacio, quienes nos acusaban de no querer el cambio para seguir privilegiando a liberales y colorados, principalmente a estos últimos.

Las elecciones del domingo 30 de abril nos dieron el mismo resultado, solo basta observar que la lista de senadores propuesta por el partido colorado obtuvo 25 mil votos más que su lista para la presidencia, algo atípico considerando que en las anteriores elecciones el candidato colorado siempre había obtenido más votos que su lista para el Senado.

Hechas estas consideraciones, es interesante observar con mayor detalle lo que ocurrió en las pasadas elecciones generales donde por primera vez vimos sus efectos.

Decíamos el domingo pasado que el caso más elocuente es el de Eduardo Nakayama, quien de estar en el número 30 de lista de candidatos al senado por la alianza entre su partido y otros, quedó finalmente como número 6, desplazando a políticos más experimentados y consiguiendo una banca en la cámara alta.

En Diputados en Asunción, la candidata número 3 de la lista, Maru Crichigno quedó fuera y el número 7 Yamil Esgaib subió al quinto lugar obteniendo una banca de representación.

También en la capital se puso en discusión aquello de que las alianzas para captar votos siempre benefician a la fuerza mayor.

Los liberales se aliaron con otros partidos menores, y por la cantidad total de votos alcanzada solo consiguieron una banca que será ocupada por Johanna Ortega, una joven política de la izquierda quien desplazó a todos los otros candidatos liberales en la cantidad de votos preferenciales obtenidos dentro de la lista.

Lo mismo en el Senado con la lista de Cruzada Nacional, allí los candidatos que estaban cuarto y quinto, Javier Ibarra y Eugenio Aquino respectivamente, quedaron fuera por la mayor cantidad de votos obtenida por Zenaida Delgado y Yami Nal.

De no haberse modificado el sistema electoral, ambas hubiesen atraído votos para su lista pero se hubiesen quedado afuera del Congreso.

Quienes también quedaron fuera por tener menos votos que sus compañeros de lista fueron Pilar Medina y Martín Arévalo, 21 y 23 respectivamente de la lista colorada para el Senado. En contrapartida, Gustavo Leite quien estaba 37 en la lista consiguió subir hasta el 23, superando por 90 votos a Lea Giménez, quien quedó afuera del próximo Congreso.

No hay dudas entonces de que el voto preferencial fragmenta e hiperpersonaliza las campañas proselitistas planteando una competencia interna entre compañeros de un mismo equipo.

Pero tampoco puede discutirse que le otorga un elemento de mayor poder al elector.

En lo que sí debe insistirse es en explicar el verdadero sentido del voto para un cargo colegiado, que es el del apoyo a un grupo determinado de personas que en teoría representan los intereses de ese votante.

Y lejos de retroceder en su implementación, creemos que sería interesante agregarle aún más poder al ciudadano, otorgándole por ejemplo la posibilidad de escoger de una lista cerrada a dos personas, en lugar de una.

guille@abc.com.py

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