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La pandemia del covid-19 había desnudado las precarias condiciones en que se ven obligados a trabajar los profesionales médicos, sobre todo en el interior del país. También nos mostró que muchos de ellos trabajan realmente con vocación de servicio, arriesgando su bienestar para salvar vidas.
Es decir, hay excelentes profesionales, que me consta cómo se desviven por salvar vidas, pero también me consta la indolencia, la falta de empatía y la inacción de muchos médicos que al parecer no dimensionan que están tratando con vidas humanas. Médicos que no se inmutan cuando un paciente está en riesgo.
Ese lado oscuro de los médicos necesita ser atendido. Ya demasiadas veces fuimos testigos de que muchas vidas pudieron salvarse si los médicos actuaban de manera oportuna.
Buscando explicación de cómo los médicos no detectaron neumonía en la niña, pese a que sus padres la llevaron en reiteradas veces tanto al consultorio como en urgencias recibí una respuesta que realmente me dejó perpleja: “mis colegas han perdido mucho su humanidad”. Será que tantos años de precariedad, sobrecarga laboral y falta de reconocimiento hicieron que los médicos hayan perdido realmente ese lado humano, esa capacidad de apiadarse de un semejante que está en una situación vulnerable, luchando por su vida.
Lastimosamente a ninguno de los candidatos que ahora están peleando con uñas y dientes por un cargo, escuché hablar de trabajar en dignificar profesiones tan nobles y esenciales como los de médicos; de trabajar en el bienestar de quienes tienen en su manos salvar vidas. A lo sumo hacen promesas de construir más hospitales pero no hay ningún plan para que el plantel humano reciba la atención y la capacitación suficiente que les permita brindar una atención digna y cálida, y sobre todo, un trato humano a todos los que acuden a los hospitales del país.