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De esa realidad no vivimos lejos actualmente. La actitud de Sodoma y Gomorra que se observan en estos tiempos es principalmente la falta de valores, el consumo de drogas, el apego excesivo a las cosas materiales.
Pero uno de ellos es el principal mal destructor de las personas de bien. La falta de valores y, el más importante, la falta de respeto. Esa línea pequeña que se cruza y que daña la convivencia social. Y lastimosamente se reflejan al no dar asiento a los mayores, a las embarazadas, no tratar a las personas con amabilidad y cordialidad.
Y si vemos esto es porque algo malo está ocurriendo con los adultos. Los formadores de los ciudadanos del futuro. Esto ha creado un sinfín de problemas en la convivencia diaria de las personas, del colectivo social, que finalmente afecta en gran escala a todos.
Por supuesto que existen otros factores y podrán citar la falta de tiempo para con los hijos debido a las responsabilidades que se asumen a diario, pero la verdad es que se ha producido una aculturación, en donde queriendo ser parte de lo ajeno se ha dejado de lado lo auténticamente importante.
Y habrá otros miles de factores, que seguramente se podrán observar. Y el siguiente es el consumo de drogas, ligado a la sed de dinero de los que los producen, que vemos actualmente van cayendo como piezas de dominó.
Pero lo cierto y lo concreto es que el conjunto de todo lo mencionado no contribuye a un ambiente sano.
Las calles están ocupadas por delincuentes, se ve la inobservancia de las normas, un solo ejemplo las trasgresiones a las reglas de tránsito, cometidos por las mismas autoridades creadoras de ellas o de las que se encargan de controlarlas.
Entonces, qué ejemplo estamos dando, y hasta qué punto podemos cuestionar todo lo dicho anteriormente si no hay un cambio de actitud. Es por eso, que es apremiante rever las condiciones de las convivencias sociales, respetarlas, y aplicarlas, y crear un mundo mejor para las generaciones futuras.