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El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y las gobernaciones acordaron que el programa de almuerzo se priorizaría en las escuelas con jornada extendida, en las que los chicos de Educación Básica entran a la mañana, comen en sus instituciones y, en horas de la tarde, continúan con clases. Para que este programa sea exitoso era necesario el almuerzo escolar y el compromiso, asumido de forma institucional, pero actualmente es desconocido por el gobernador.
En el Guairá hay una treintena de escuelas con esta modalidad extendida y los niños fueron abandonados a su suerte por Barreto. Los alumnos salen al mediodía, comen en sus casas, pero ya no vuelven. Es un fracaso total porque, aunque mañana mismo se comience a distribuir, la comida es insuficiente para mantener las jornadas extendidas.
En realidad, empezó a desvirtuarse en pandemia, porque el almuerzo se reemplazó por kits de alimentos repartidos a las familias, pero no de 30, sino de casi 90 escuelas de Guairá. Y cuando se volvió a la modalidad de almuerzo, como ahora son tres veces más las escuelas beneficiadas, la comida ya no alcanza para todo el año. De acuerdo al contrato, el almuerzo es para unos 12.000 niños de 88 escuelas para 68 días lectivos; es decir, menos de tres meses.
¿Qué pasará en los otros seis meses de clases? Lo mismo que ocurrió el año pasado: no habrá más comida y las jornadas extendidas seguirán canceladas.
El colorado Carlos Barreto no se anima, en puertas de unas elecciones, recortar las escuelas beneficiadas. Prefiere dilatar la distribución y repartir a más, aunque por menos días. El gobernador puede parecer más humano y social con esta medida. Pero, en realidad, lo que hace es echar por tierra el fin original del acuerdo con el MEC, que era usar el almuerzo como un incentivo para fortalecer la educación con las jornadas de doble turno.