Sé como terminar con los planilleros

Se podría decir fácilmente que la Municipalidad de Asunción es la institución que más planilleros tiene en todo el país, ¿y quién se atrevería a negarlo, salvo el político de turno? Pero la pregunta que siempre me hacen es cuáles son lo ingredientes para que la comuna sea tan apetecible para un planillero y cómo un intendente podría acabar con la situación.

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Comencemos con la base de esta sopa, unos US$ 104 millones que se destinan solo para servicios personales. El otro ingrediente perfecto: aumentos salariales sí o sí una vez al año. Una veintena de tipos de bonificaciones, asignaciones y subsidios. A la carga están los sindicatos municipales que tienen como base defender desde al más trabajar hasta al “funcionario” que a penas pisa la institución para cobrar su salario. A esto se suma un contrato colectivo de trabajo elaborado para que el funcionario prácticamente nunca pueda ser despedido y que hasta cuando este muere su espacio pueda ser “llenado” con algún familiar.

Claramente, un gran condimento son los 24 concejales que casi sin excepción cada periodo “meten” a sus operarios y defienden a cualquier funcionario de su partido, haya levantado o no siquiera un bolígrafo. Finalmente, el intendente de turno que siempre tiene aspiraciones políticas y usa a la comuna como su equipo de campaña.

Sin embargo, lo primordial para que esta sopa quede lista es la falta de control en el acceso al edificio de la municipalidad. El predio cuenta con tres bloques, cada uno con más de dos entradas, sin ningún control de quién entra o sale. Los funcionarios pueden entrar por una salida, marcar y luego salir por otro bloque tranquilamente. Además, las planillas de funcionarios siguen codificadas desde hace años, por decisión del actual intendente Óscar Rodríguez.

En la teoría es muy fácil acabar con los planilleros: cerrar las entradas y dejar solo dos, llevar estricto control con cédula, registrar horarios, empezar a sumariar y despedir, publicar las planillas de funcionarios e invitar a la ciudadanía a denunciar. Sin embargo, en la práctica, esto se vuelve casi imposible, porque para que un intendente pueda tomar finalmente la decisión de acabar con los planilleros, debería este ser una persona honesta y sin “techo de vidrio”.

Es una lástima que se podría decir fácilmente que en la Municipalidad de Asunción no se ha tenido un intendente así desde hace décadas, ¿y quién se atrevería a negarlo salvo el político de turno?

lia.barrios@abc.com.py

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