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Es muy fácil darnos cuenta de que la publicidad es poderosa y que nadie puede vivir sin ella hoy en día. Más todavía con la cantidad de redes sociales, radios, diarios, revistas, televisión, sitios web, carteles, pasacalles, volantas y boletines que circulan a mares por las calles. Todos necesitamos vender una idea, un producto, un libro, un caramelo, un sombrero o un servicio. Y para eso hay que hablar, presentar, ofrecer y promocionar el artículo. Es que todo, absolutamente todo debe ser conocido, expuesto en la vitrina, colocado en el escaparate para que se vea y se aprecie. A veces, la lucha es feroz y cruel para realizar la venta.
Sesenta años atrás se usaba la propaganda de boca en boca. Una persona contaba las bondades de un producto y así se iba conociendo. Después surgieron los letreros y posteriormente los carritos con parlantes que iban por los barrios ofertando verduras, frutas y otras cosas. Ahora, con brillo, color y glamour, la creatividad y la imaginación no paran para exponer miles de creaciones, inventos, novedades y objetos maravillosos. Desde el celular podes mirar las fantásticas ofertas de lo que necesitamos y de lo que podríamos prescindir sin ningún problema.
La neuromarketing se introduce hasta las neuronas para estudiar lo que el subconsciente quiere llenar en sus deseos más profundos. Y por eso la gente más tonta y manipulable es la potencial compradora de cualquier basura. Como somos muy vacíos mental y espiritualmente, nos venden cualquier chatarra. Y cómo carecemos de autoestima y amor propio, perdemos todo el valioso tiempo en sitios de moda, de ruidos infernales y de comidas rápidas. Todo sea para sacarnos el dinero y convertirnos en estúpidos.
Lo mismo sucede con la política. Ellos usan el marketing de una forma escandalosa. Tenemos que atender bien lo que dicen. Porque tienen corta memoria. Grabar todo para hacerles escuchar luego. Hay que archivar todos los discursos. Y no darse prisas para los aplausos. Esperar y esperar a ver si cumple por lo menos un plan de gobierno. Sería bueno en vez de hacer tantas promesas que durante las campañas por lo menos instalen unas señales de tránsito que tanto hace falta en las rutas. Los animales sueltos producen accidentes y la oscuridad es tremenda por algunos puntos. O que inauguren algún albergue para niños de la calle. O poner un puesto de salud para dar una pastillita contra la chikungunya. No se necesita llegar al poder para hacer favor al prójimo.
La política te cansa con toda esa publicidad mentirosa y aburrida. Las sonrisas solo favorecen a los odontólogos que hacen sus agostos y los trajes perfectos a las casas de modas. Necesitamos otra cosa. Gente seria y comprometida como Nayib Bukele que mete a todos los delincuentes en prisión y pone en orden el país. Ya estamos hartos de gente que pelean como perros y gatos por un zoquete y que se niegan a soltar el biberón del Estado. Esta vuelta los ciudadanos en las urnas, demostrarán que las palabras vacías y sin contenido, no tienen sentido. La publicidad no sirve y solo cuentan las acciones, la honestidad y la voluntad de cambiar los destinos de la patria.