Carta a los colorados

Ciudadano republicano: Me permito recordarle que está usted en el momento exacto –antes de las generales- de evitar mayores males al Partido y al país. Desde el exterior del Partido, con una abultada chequera le impusieron a usted un candidato para la presidencia de la República que nunca fue ni será colorado.

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No sería grave si este candidato reuniese algunas cualidades que podrían dignificar la Primera Magistratura. Pero no pasa un día sin que demuestre su dependencia, inmadurez, desconocimiento elemental de política, de empatía, de compromiso serio con la responsabilidad que su jefe, Horacio Cartes, le impuso en tan mala hora.

El señor Cartes le quiere a Peña en la presidencia de la Republica sólo para valerse de él; para que se cumpla su fallida reelección en cuyo intento enlutó al país y, de ser posible –no lo será- salvarle de lo que se le viene del norte.

Usted, ciudadano republicano, que ama a su Partido, debe evitar que se vea envuelto en las maniobras corruptas y menos aún avalarlas. Tenga usted conciencia de que en la historia partidaria nunca se dieron situaciones tan dramáticas como las de ahora. Para ser claro: deshonrosas.

Su Partido, señor ciudadano republicano, había caído en manos de una terrible dictadura por más de tres décadas. Pero aún así, muchísimos colorados tuvieron el coraje de enfrentarse a ella con admirable valentía. Muchos pagaron con su vida, su libertad, o el exilio. ¿Y hoy? El Partido salió de la dictadura política y cayó en la dictadura de la mafia con el agravante de que ya nadie alza la voz de protesta. Todos mansamente se entregan al dinero.

Tiene usted la ocasión de rever su postura en caso de que, por puro amor al Partido, quiere hacer que siga en el poder. Está bien ¿pero en estas condiciones? ¿Permite usted que el Partido se hunda más aún en el descrédito? ¿No se siente usted incómodo con un presidente de la Junta de Gobierno que no puede firmar ningún documento? ¿Que está expuesto a ser extraditado como titular del Partido Colorado? ¿Qué se vale de terceras personas para gestionar préstamos bancarios? ¿Que hace modificar los estatutos partidarios a su medida?

Por un momento le invito, señor ciudadano republicano, a repasar brevemente los caudillos colorados que pasaron por el Partido, los miembros de la Junta que discutían, polemizaban, gritaban ante los hechos que podrían dañar la imagen partidaria. Devuelva usted al Partido la capacidad de regir su propio destino y no que siga prisionero de un grupo que lo ahoga y humilla haciéndole poner de rodillas. Ni Stroessner lo había hundido tanto con todas sus persecuciones.

Con la mano sobre el corazón señor ciudadano republicano: ¿Se siente usted cómodo con la actual dirigencia? ¿se siente usted representado? ¿Es este el Partido con el que había soñado sus padres? ¿Quiere usted este Partido, el de ahora, para usted y sus hijos? ¿Quiere usted un presidente de la República títere? ¿Quiere usted un titular de la Junta que la convierta en aguantadero?

Un buen colorado es un buen patriota. Y buen patriota es el que desea y se esfuerza porque la patria sea de todos en una atmósfera limpia, respirable, creativa, vigorosa; una patria cuyo nombre se pronuncie con orgullo y no ver que ese nombre, cada día, recorre el mundo como una maldición, para nuestra vergüenza.

Para rematar sus desaciertos, por el momento, el señor Peña denigró a los colorados dignos. Aplaudió al gobierno de Stroessner en una publicación brasileña. Es natural que el señor Peña ignore la historia del Partido pero es bueno que sepa que el estronismo se ensañó contra los colorados que deseaban una asociación de hombres libres. El señor Peña se alzó contra la memoria de esos colorados con el silencio cómplice de los cartistas.

alcibiades@abc.com.py

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