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Se están construyendo una serie de estos caminos para bicicletas, modificando espacios de estacionamiento, cambiando la vivencia vecinal, alterando la apropiación ciudadana del espacio público sin consentimiento alguno de “los gobernados”.
Los legisladores que imponen estas normas, en el caso del ejemplo la Junta Municipal de Asunción y otras de ciudades del Departamento Central, son nuestros supuestos representantes y supuestamente expresan nuestra voluntad.
Pero cuando ser observa el proceso legislativo por el que se adoptaron esas normas, sólo se encuentra el negro secretismo del que nació por ejemplo la ley del electromovilidad o las torcidas explicaciones con las que se pretende ocultar la acción de las autodenominadas “organizaciones de la sociedad civil”, las famosas ONGs, como en el caso de las bicesendas.
Nuestro supuestos representantes son, en realidad, representantes de las ONGs, sus iniciativas son las que desarrollan, a ellas es que rinden cuentas y pleitesía y el pueblo les importa poco o nada.
Apenas votados, nuestros elegidos optan por dejar de representarnos y de expresarnos, para volcarse de lleno a representar y a expresar a las ONGs, una estafa política e institucional que debería estar duramente castigada, pero que se consolida cada vez más.
El esquema es perverso y forma parte de un plan que se puede leer en el capítulo denominado “Gobernanza 4.0″ que el Foro Económico Mundial impone al mundo mediante la instrumentación de créditos por la Unión Europea.
Con mala fe completa e intencionada, la Unión Europea y el Foro Económico Mundial denominan “sociedad civil” a estas empresas que no tienen representación alguna de la sociedad civil y que en modo alguno la expresan, pues son entidades de empleados de sus financistas europeos, en relación de dependencia de ellos.
Con excepciones que confirman la regla, las ONGs, las “organizaciones de la sociedad civil” (Aministía Internacional, CODEHUPY, Transparencia…la que ustedes quieran) son pequeñas empresas con empleados dependientes de patrones extranjeros que tienen una agenda distinta, y la mayor de las veces contrapuesta, a la del pueblo paraguayo.
Lamentablemente, nuestros legisladores, que deben representarnos y expresarnos a nosotros, prefieren traicionar el mandato que les dimos, para servir, quién sabe a cambio de qué, a esta “sociedad civil” inventada por el Foro Económico Mundial.
Hay que poner fin a esta estafa colonialista. Por eso es imperativo ajustar la ley de financiamiento político, la ley de cabildeo y la de puertas giratorias. Porque obedecer a las ONGs es una violación flagrante del Artículo 201 de nuestra Constitución que está completamente impune.