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Abigail Páez (28) y Magdalena Espósito Valenti (25) que en apariencia eran militantes con conciencia social y no faltaban a las manifestaciones pidiendo el fin de los feminicidios, eran las mismas que en complicidad, sometían a un inocente a los más cruentos abusos físicos, sexuales y sicológicos.
En la calle, ante sus “compañeras”, y la sociedad, gritaban “ni una menos”, pero en su fuero privado, no les importaba que el indefenso Lucio pronto podría ser “uno menos”, a consecuencia de los violentos golpes que le propinaban
Los perturbadores chats y los cortes en sus partes íntimas revelan que a Lucio, estas mujeres le tenían un odio irracional por el solo hecho de ser varón.
Ellas, que se llenaban la boca reclamando el fin de la violencia del hombre hacia la mujer, violentaban sin piedad a un varón, que ni siquiera estaba en edad legal para defenderse. Que dependía absolutamente de ellas. Que nada sabía aún de la “perspectiva de género”, y que solo entendía de alimentación, cuidados, juegos, abrazos, y amor.
Algunas nucleaciones políticas son tan “progresistas”, hablando propuestas que modificarían “maravillosamente”, el sistema. Pero así como presumen tanto de su superioridad ideológica, la pregunta es: ¿cómo a la vez pueden ser tan primitivos para no percatarse de que el odio no tiene género?
Lucio demostró que un hombre también puede morir torturado en manos de dos mujeres con enfermedades mentales. De la misma manera que una mujer puede morir en manos de un trastornado.
Porque las enfermedades siquiátricas no diagnosticadas que circulan invisiblemente en nuestra sociedad, no entienden de femeninos y masculinos, o de cualquiera de las decenas de géneros que se sigan inventando.
El odio es un problema mucho más grave que no se puede polarizar solamente con el lente ideológico.
Lucio fue a la protesta de “ni una menos”, con su “mamá y su madrastra”, pero no tuvo la oportunidad de gritar que él tampoco quería ser uno menos.
Ahora nos toca a nosotros dejar ese parcialismo ignorante, para unirnos hombres y mujeres en un complemento más útil, y así alcanzar ese ideal de justicia que tanto pregonan los sectores progresistas.