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Sin embargo, aunque haya pasado el tiempo, y se hayan dado muchos cambios, a la ciudad le falta mucho por mejorar, sobre todo en la imagen que ofrece. Basta con mirar sus accesos y salidas para tener un panorama del actual estado de la ciudad.
La situación de las calles es un claro ejemplo. Por años, no importó a las autoridades de turno la solución vial. Si bien ahora están siendo intervenidas por la actual gestión de Felipe Salomón (ANR), el trabajo es lento y cansador para los peatones y ni qué decir para los automovilistas.
Una de sus arterias más importantes, la calle Saturio Ríos, debería ser recapada en solo horas si el trabajo hubiera sido solo eso, pero fue rota para el cambio de cañerías de la Essap que datan de hace más de 30 años. Los funcionarios de la aguatera llevan buscando llaves viejas desde hace más de dos meses. El trabajo no ha culminado y eso que empezó en noviembre del año pasado.
Pero solo es una parte del problema. En casi toda la ciudad las calles están con algún problema, ya sean baches, ondulaciones, con fisuras por el uso y la falta de mantenimiento.
En la lista está el desorden del mercado de San Lorenzo y el tránsito caótico. A falta estacionamiento, los cuidadores de coches buscan cualquier agujero para dar una solución y ganarse unos guaraníes a costa de los clientes del mercado. Además, al sanlorenzano se le debe enseñar a limpiar la casa y la ciudad para evitar que los casos del dengue y chikunguña aumenten.
Por otro lado, el administrador de una ciudad debe tener a su lado todo un equipo que lo ayude para que pueda prever cualquier situación. Felipe Salomón no cuenta con eso, ha sido tibio con sus funcionarios y en nombre del clientelismo político mantiene a su lado mucha sanguijuela que no ayuda más que a aprovecharse del poder que tienen. Para que todo funcione, el deseo de progresar debe partir de cada uno de los sanlorenzanos como también del que dirige la ciudad.