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El año pasado, sin ruborizarse trataron de significativamente corruptos al expresidente Horacio Cartes y al actual vicepresidente Hugo Velázquez. Cinco meses después, esperaron que pasaran las internas de la ANR y vinieron por más. Escupieron acusaciones de sobornos, formulación de políticas a base de compras de lealtades, corrupción desmedida que socava instituciones democráticas, terrorismo, compra de votos a platazo limpio, apropiación de bienes del estado, expropiación de bienes privados para beneficio propio, extracción de recursos naturales. Como guinda de torta, ligaron a Cartes y a Velázquez con el Hizbolá.
Estos “atrevidos” vinieron a refregarnos historias que TODO EL PUEBLO padece desde hace años. Lo sabemos porque nuestros políticos y autoridades confiesan inverosímiles pagos o cobros de dinero, acusan a sus contrincantes, se inculpan de evasión, saqueos, narcotráfico, contrabando, crimen organizado, lavado de dinero, ladrones, coimeros o traficantes de influencias. En proselitismo se acusaron de crímenes por los cuales unos deberían estar presos por culpables y los otros por cómplices.
Parece que da mayor soberanía que solo nosotros podamos hablar de nuestras delincuencias y delincuentes; tiene un sabor más artesanal pero igual de amargo. Sería interesante que el señor Esgaib diga UNA sola acusación que haya formulado el gobierno de EE.UU. y que él NUNCA haya escuchado en Paraguay que se acusen entre ellos mismos, incluyéndolo a él. Si existe algo nuevo que los yanquis hayan venido a decirnos, me uno a su nota para exigir una declaración de guerra y que se haga un embargo sobre los viajes a Disneylandia.
Nuestra clase política es un infortunio en moral e inteligencia. Les cuesta entender el auténtico significado de soberanía; que un cipayo no es solamente el esclavo de un poder imperialista sino también aquel que vive cautivo del poder económico de quien le compra por un par de monedas. Son tan brutos que confunden intervencionismo con medidas que un gobierno puede tomar con respecto a SU territorio, SU moneda, SU sistema financiero y SU defensa territorial. El que Paraguay sufra de impotencia en integridad y autodeterminación para imponer justicia y acabar con la impunidad alrededor de nuestros intereses y valores patrios no es culpa de ellos.
Esa indignidad es soberana y significativamente nuestra.