Cargando...
A lo largo de la historia se ha observado el manejo de este concepto en el campo político y su aplicación es muy cuestionada por los analistas especializados en el tema. Por ejemplo, en el socialismo del siglo 21 se critica el populismo de los gobiernos que otorgan muchos beneficios a los pobres. Opinan los entendidos que eso lleva a las ruinas a esos países.
Esta forma de hacer gobierno proclama la supremacía de la voluntad popular sobre las instituciones y aboga por una relación directa entre el pueblo y sus líderes. En este sistema se otorga muchos beneficios sociales a la clase humilde y se fomenta los reclamos y las manifestaciones. Claro está, hay muchos gobiernos populistas, que van a otro extremo y terminan como verdaderas dictaduras igual que Venezuela, Cuba y Nicaragua. Cuando hay censura o falta de libertad de expresión, la cosa se torna terrible. Como todas ideologías, con abusos y atropellos, llevan a un caos y anarquía. Y lo peor, a una tiranía.
Los orígenes del populismo se remontan a las zonas rurales de Estados Unidos y Rusia a finales del siglo XIX. En el país del norte apareció un partido del pueblo que tuvo mucho apoyo de pequeños terratenientes del sur. En Rusia, emergió un movimiento de populistas que respondía a problemas entre campesinos y propietarios. Fomentaba un socialismo agrario y su intención era derrocar a la monarquía.
En América Latina, el populismo tuvo su mayor auge después de la Segunda Guerra Mundial. Por citar casos: El peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil y el velaztiquismo en Ecuador. Se ganaron la simpatía de la gente porque buscaban una justicia social y una defensa de la soberanía, rechazando las injerencias externas de los imperialistas. En Francia e Italia de post guerra también se observaron movimientos populistas con pocas relevancias pues hay que considerar las monarquías imperantes en muchas naciones europeas. Desde luego que son los partidos políticos los que suben al poder y la realeza es un adorno simplemente, en la mayoría de los casos.
Bien sabemos que a finales del siglo XX, América Latina volvió a ser el centro del populismo. La crisis económica y política que azotó a la región dio lugar a una ola populista de derechas que posteriormente dio nacimiento a regímenes populistas de izquierdas.
Así las cosas, tras el fracaso de un modelo aparece otro, que al final repiten los mismos vicios. Tanto las ideologías de derecha o de izquierda, terminan con corrupción o dictaduras, cayendo en las mismas trampas que cada uno de ellos se encargan de criticar y satanizar. A los socialistas que hablan de pobreza también les gustan la buena vida, los lujos, la riqueza, los viajes, los trajes caros, el champagne y el caviar.
Más que nunca en estos momentos, el populismo se usa en todos los partidos. Es una moda, una ideología, una droga, un gancho para ganar los votos de la gente tonta e ingenua. Por ser populistas, los líderes mentirosos embaucan al pueblo diciéndoles que les van a sacar de la pobreza y que van a tener una buena calidad de vida. Que van a tener excelente salud y educación. Que va a haber trabajos para todos, seguridad, libertad, justicia social y una buena distribución de la riqueza, sacando a los ricos para dar a los pobres.
Como el Estado va a ser un eterno benefactor y va a subsidiar la luz, el agua, el combustible y los alimentos. Entonces se crean parásitos y nos vamos a la quiebra. Un gobierno confiable y serio, busca el bienestar de todos, un equilibrio sin privilegios para nadie. No regala el pescado sino enseña a pescar. Todos tenemos que trabajar dura y honestamente si queremos un país en desarrollo.