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Igualmente, tiene que definir en qué corriente psicológica se orienta para facilitar a los educandos el desarrollo de su estructura psicológica: cómo desarrollar el ámbito cognitivo, el espectro de la conciencia, múltiples inteligencias, formas diversas de pensar, etc. y al mismo tiempo cómo desarrollar su ámbito afectivo y su ámbito operativo, su capacidad de hacer, producir, actuar, etc.
Y con las ciencias del espíritu, desarrollar su dimensión espiritual en su capacidad natural e incluso religiosa.
Nada de esto, ninguna fundamentación científica con las ciencias auxiliares básicas de la educación, tiene nuestro actual sistema educativo. Y conste, que el Conec denunció esta gravísima falencia, cuando en el MEC elaboraban el diseño curricular vigente.
Lo dramático (por el grave daño que se les viene haciendo a millones de niños, adolescentes y jóvenes paraguayos) es que el Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE) no corrige estos graves errores del sistema actual e incurre en el mismo error y presenta un plan sin ninguna fundamentación científica.
El PNTE no nos dice qué tipo de varón y mujer pretende formar, tampoco recurre a la sociología para decirnos cuál es el modelo de sociedad para el que prepara a los educandos; ignora la psicología que orienta su responsabilidad de desarrollar la estructura psicológica de los educandos y mucho menos reconoce explícita y programáticamente el desarrollo de la dimensión espiritual, distintiva de la identidad humana.
Lo lógico y necesario es que quien planifica la educación, decide las estrategias, currículos y programas, al proponer en su plan macro los principios y políticas, nos diga cuál y cómo es él.
Tanto el fracasado sistema vigente como el PNTE no saben cuál es el producto final que saldrá de su planificación. No son capaces de describirnos el perfil de los egresados. Proponen trabajar como una fábrica que pone en marcha toda su maquinaria sin saber qué producto va a salir. El Ministerio y el PNTE seguirán trabajando a lo que salga. Pura práctica irresponsable sin soporte científico.
El PNTE, como la ideología de género, marginan a la ciencia. La ideología de género, contra la evidencia de la naturaleza y de la biología, afirma que el sexo se forma por la cultura, que los recién nacidos nacen indiferenciados y que es la educación y la cultura con las que son tratados las que terminan definiendo su sexo. Es decir, su planeamiento va contra la realidad científica. Esto último caracteriza al PNTE, que prescinde por completo de la ciencia al planificar la educación sin fundamentación científica y además propone una pedagogía con sólo práctica sin ciencia.
Cuando actualmente en el mundo gozamos los beneficios del progreso constante de las ciencias y la pedagogía es ya necesariamente “Pedagogía científica”, el PNTE la ignora totalmente, con lo cual priva a los millones de niños, adolescentes y jóvenes de los aportes a la educación de la biología, psicología, neurología, neurociencia, neuroeducación, neuroespiritualidad, etc.
No es de extrañar esta grave desorientación, si tomamos en cuenta otro error capital, la pretensión de transformar la educación sin implicar en el proceso y en la planificación a las universidades e institutos superiores paraguayos, fuente principal de la producción científica nacional. Sin institutos superiores y universidades es imposible transformar la educación. La educación escolar no es autónoma.
Últimamente, el PNTE 2030 se presenta como PNTE 2040. Este simple hecho demuestra la ignorancia científica de los autores del PNTE. ¿Cómo puede un plan hecho en el 2022 servir para el año 2040? Se calcula que en diez años caduca el 50% de los conocimientos de la humanidad. El PNTE está lleno de afirmaciones planteadas de espaldas a la ciencia y a la realidad de Paraguay.