La III Guerra Mundial

En el imaginario general, la idea de la III Guerra Mundial pertenece a la ciencia ficción y está circunscripta a las películas o a las novelas. Nos parece algo que simplemente no puede ocurrir, que nadie, entre los responsables mundiales, está tan desquiciado como para arrojar al planeta a semejante tragedia que puede incluir un holocausto nuclear global.

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Esa percepción general es profundamente errónea y carece de cualquier sustento histórico. En general, las guerras se inician por errores de cálculo de política internacional, incluso las llamadas “guerras de agresión” o las otras, denominadas “guerras preventivas”.

Cuando una de las partes de un conflicto calcula mal el movimiento de la otra parte, ahí estallan las guerras. Adolfo Hitler calculó que el Reino Unido y Francia no irían a la guerra para defender la integridad de Polonia. Se equivocó y el resultado de su error fue la II Guerra Mundial. Francisco José de Austria/Hungría pensó que Rusia no honraría sus lazos con el pueblo serbio. Su desacierto produjo la I Guerra Mundial.

Francisco Solano López calculó muy mal, catastróficamente, cómo caería en Argentina nuestra intervención contra Brasil en Uruguay. Napoleón, antes, no midió adecuadamente la cohesión de su alianza contra Rusia. Y así en todos los conflictos que terminan en guerras.

Ciertamente, algunas guerras, muy pocas, tienen otro origen, como la locura mesiánica de minorías enajenadas pero con poder, ejemplo de lo cual son, por mencionar un caso célebre, las Cruzadas, la agresión planeada por los cristianos contra los musulmanes durante la Edad Media para controlar reliquias religiosas, o las guerras de expansión del Islam, antes de aquellas.

La situación actual está muy peligrosa y no es ciencia ficción: El gobierno de Estados Unidos parece estar pensando que Rusia no usará su arsenal táctico nuclear en Ucrania en caso de que varíe el balance de pérdidas en los enfrentamientos convencionales que están ocurriendo en Ucrania; Rusia parece estar pensando que EE.UU. limitará su intervención en los campos de batalla ucranianos; EE.UU. y Rusia parecen estar pensando que sus mutuos ataques económicos, ya abiertamente belicosos, quedarán circunscriptos a la economía.

Cualquier pequeño error de evaluación de los aparatos de inteligencia de ambas superpotencias nucleares nos llevará directo y sin escalas a la III Guerra Mundial. Y Rusia tiene casi seis mil cabezas nucleares listas y EE.UU. poco más de cinco mil.

El enfrentamiento ya está teniendo consecuencias dramáticas para el comercio mundial. Disrupción de suministros agrícolas, reducción de la oferta petrolífera, realineamiento de bloques económicos. Y es solamente el comienzo.

Esta vez, además, opera un agravante: Un grupo de mesiánicos maltusianos, simbolizados por Bill Gates, que odian a la Humanidad y creen firmemente que ya somos demasiados en nuestro planeta.

evp@abc.com.py

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