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Cada acto de vida lleva acoplado una decisión, pero es tan común y estamos tan habituados a tomarla que ni siquiera dimensionamos su relevancia. Solamente prestamos atención a aquellas decisiones alevosamente importantes, aquellas de las que dependen vidas, grandes proyectos, cambios de 180º, solamente allí somos conscientes del compromiso psicosocial, emocional y cognitivo que implica.
Pero un detalle no menor… en el artículo anterior hablamos de un fantasma -la culpa- aquí te mostramos otro: el miedo. Siempre una decisión te hace mirarte a vos misma/o y evaluar si te tienes confianza o no, si valoras tus recursos, o mas claramente, si te sientes con capacidad. De acuerdo a que puntaje te coloques en tu autoestima, el miedo será un fantasma de mayores o menores proporciones. Te asustará mas o menos.
Quiere decir que el miedo te contacta con tu valoración personal. Cuanto crees en vos, cuanto de autoconfianza. Las decisiones implican una evaluación a las propias capacidades y es una prueba de cuanto consideramos que valemos para enfrentar el desafía que implica decidir y poner en marcha la decisión.
En psicoterapia permanentemente trabajamos con los pacientes las elecciones que deben realizar y las decisiones consecuentes. La terapia proporciona herramientas para empoderar a la persona frente a su vulnerabilidad, genera mayores niveles de resiliencia y enseña a que la persona pueda elegir y decidir saludable y funcionalmente. De eso se trata la vida, de hacer frente a las situaciones que nos vulneran, aprender de ellas, superarlas y para ello hace falta tomar decisiones.
Aquí van una serie de recomendaciones en forma de pasos para lograr activar y poner en marcha la posibilidad de decidir. Un paso lleva al siguiente en una especie de efecto dominó, pero controlado. Esto es el período previo, es la antesala de la decisión:
- ¿Cuales son mis objetivos?: necesito discriminar claramente cual es el proyecto, esto implica una determinación limpia y sin confusiones acerca de lo que deseo llevar a cabo. Tal vez una serie de preguntas a las que debes responder sinceramente, te pueden ayudar a obtener esa claridad: ¿Que es lo que quiero?, ¿Para que quiero llevar esto adelante?, ¿Que deseo obtener con este proyecto?, ¿Por qué quiero hacerlo?
- Planteo de opciones: para llevar a cabo un plan o un proyecto es necesario conocer con claridad cuales son las opciones que puedo plantear para llevarlo a cabo. Te puede ayudar que las redactes y que las delimites claramente. Te vas a dar cuenta que muchas de las opciones se enlazan, intenta marcar cada una de ellas, porque de esas opciones surgirá tu elección.
- Análisis de las opciones: armo cuadro de ventajas y desventajas. Aquí también sirve escribir para que no se nos escapen las características de cada opción y no confiarnos en nuestro registro memorioso. Este cuadro proporciona una imagen limpia, a pesar que puedas hacerlo manuscrito, taches, entrecruces información, borres y reescribas, todo sea por la claridad de cada opción.
- Busco asesoramiento: especialmente en personas idóneas que puedan allanarme dudas y preguntas que me surgen. Por supuesto alejarme de opinólogos y tratar de encontrar especialistas (pocos) que me den su punto de vista. No debo recargarme de hipótesis porque puedo colapsar en confusión, el asesoramiento es una guía que aclara.
- Pienso y reflexiono: siempre debo hacerme tiempo para decidir, aunque a veces el tiempo es apremiante, especialmente cuando se nos impone un dead line. Tomarnos el tiempo para decidir es la oportunidad de revisar las fortalezas y debilidades de cada opción.
- Saber que Gano/pierdo: si bien cuando decido gano, por así decirlo, una de las opciones, debo ser consciente y estar dispuesto a perder el resto de las opciones que no elijo. No se puede todo, deberá ser tu lema, sino te resultará imposible elegir y las vueltas que darás en la indecisión, esconden tu omnipotencia de quieres abarcar todo. Tienes que imponerte a tu abarcativismo para poder elegir de manera relajada.
- Elegir es fruto de la reflexión y no de la impulsividad: siempre el elegir es el resultado de un análisis no de un impulso. Toda decisión implica elección y viceversa. Debo tener en claro que elección y decisión van para y par. Ya cuando elijo estoy tomando una decisión que después pondré en marcha, y es el resultado de toda esta operatoria y no de tomar una decisión impulsiva o en caliente, que casi siempre no da buenos resultados. Cuidado entonces con las corazonadas…
- La peor fantasía: ¿que es lo peor que me podría suceder si me equivoco con mi elección? Muchas veces el miedo nos invade sin consonantes racionales, entonces, la pregunta te contacta con la realidad para darnos cuenta que no reviste tanta claridad el hecho de equivocarnos. Es mas el aspaviento del miedo que la respuesta racional a una elección equivocada. Esta técnica neutraliza y reduce el temor.
- Colócale un puntaje a tu autoestima, de 0 a 100: te reitero, el desafío que implica decidir por una opción y arrancar el proyecto, se puede volver persecutorio si tu autoestima no está equilibrada. Es muy importante ser autoconsciente de lo que puedo y no puedo, de cuales son mis recursos, cuales mis debilidades. Es importante salir al ruedo con fuerza y motivación y estas dependerán de ese valor que te das a ti mismo.
- Luego del período reflexivo, ya sea porque tengo una propuesta o varias, hay cuatro resultados concretos. Veamos cuáles son:
- Acepto: digo SI y asumo la responsabilidad que implica puesto que ya analicé todas las opciones y no es una decisión impulsiva.
- Rechazo: digo NO y asumo la pérdida que no acepto el proyecto o que descarto otros proyectos porque dije si a otros.
- Postergo: puedo pedir un tiempo porque no me siento seguro para decidir. No procrastino sino me coloco un plazo.
- Derivo: decido derivar el proyecto a otros porque si bien me puede resultar interesante, no tengo el tiempo ni la capacidad operativa para llevarlo adelante. Entonces ahora puedo elegir a quien destino para que lo accione.
Por ejemplo, si tengo varias ofertas laborales, el escribirlas y analizar pro y contras, plantearme objetivos claros y hacerme preguntas y buscar algunas personas expertas para que me respondan, me puede allanar el camino hacia la toma de una decisión clara: si acepto o rechazo la propuesta, si me tomo un poco más de tiempo para decidir, o derivo a alguien que puede desarrollar el proyecto y puedo recomendar. De la misma manera en la dirección de una empresa, dar el ok o no o tomarse mas tiempo sobre una propuesta puede ser variables de resultado que me encuentran a mi como el protagonista del proyecto, pero también no tengo porqué ser el brazo ejecutor, puedo derivar a alguien que lo desarrolle por mi.
Si la vida está llena de decisiones, vivámoslas con pasión, motivación y alegría, porque sin duda, las decisiones son un pasaporte al crecimiento y desarrollo personal.