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Desde sus bancas quieren reavivar el discurso de que son los únicos defensores de la familia, pero se olvidan que hace décadas están en función de gobierno y que sus testimonios de vida gritan y supuran corrupción.
Se declaran profamilia, pero luego se niegan a prestar manutención a sus hijos, o son denunciados por no pagar sus deudas en detrimento a sufridos cooperativistas.
Se declaran provida, pero se olvidan de las madres y niños que desde hace años mueren por falta de asistencia o medicamentos en los hospitales, se olvidan de los niños que no reciben una alimentación adecuada o deben dar clases bajo los árboles a consecuencia del saqueo estatal.
Se declaran profamilia, pero se olvidan de los padres que fueron empujados a emigrar a España o Argentina a buscar trabajo porque no tuvieron oportunidades laborales aquí, en su país, y sus hijos se quedaron con los abuelos. Se olvidan de los jóvenes que no tienen oportunidades para seguir sus carreras universitarias.
Estos cartistas aman tanto a la familia, que tienen más de una familia, pero disfuncional. Y entre estos “provida y profamilia” hay varios acusados de lavadores de dinero, encubridores de narcotraficantes y padrinos del crimen organizado. Dicen que tienen como máxima “Dios, patria y familia”. ¿Patria?, esa patria a la que están convirtiendo en un narcopaís. ¿Dios?, mejor ni hablemos de Dios.
A estos cartistas no les interesan ni la patria, ni Dios y mucho menos la familia. A ellos solo les interesa mantenernos en la ignorancia porque cuanto más tavy somos ellos pueden seguir gobernando a favor de sus intereses particulares. Con ese cascarón “de profamilia” están saliendo nuevamente a pedir tu voto, pero ahora tenés la excelente oportunidad de decir: NO.
Según el Tribunal Superior de Justicia Electoral, hay unos 2.612.262 personas, de entre 18 y 39 años, ese sector joven que no suele ir a votar, pero que representa el 53,55% de los inscriptos en el padrón nacional.
Este sector, que está acostumbrado a expresar más indignación en redes sociales que en las urnas ahora tiene el poder de cambiar y renovar a las autoridades y no dejar más que unos impresentables, mediocres y –sobre todo– corruptos sigan en el poder.