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Esto tuvo plena observancia en las elecciones pasadas en lo que atañe a ambas cámaras del Congreso. La oferta electoral venida de los partidos, especialmente los tradicionales, fue patética en gran parte, y la votación “disciplinada” al partido completó el cuadro. Hoy tenemos un Legislativo que podría ser uno de los peores en nuestra historia, sobre todo en lo referente a Diputados.
La Cámara Baja, con mayoría de un sector colorado y su satélite “liberal”, incluye a personajes que si no fueran políticos estarían trajinando los lúgubres pasillos de Tacumbú. Y tal sector y tal satélite se esmeran también en blindar a cuanto delincuente político hubiera, fuere gobernador, intendente, ministro, parlamentario o “alto funcionario”. Defendieron con una tenacidad digna de mejor causa a la fiscal general del Estado, probadamente protectora de bien identificados pillos. Al defenderla dejaron explícitamente constatado que se estaban defendiendo a sí mismos y a sus compinches.
En la semana pasada, con una complicidad más ampliada, dejaron pasar un voto de censura al presidente del consejo del Instituto de Previsión Social, evidente botín político y generoso repartidor de bienes para “los amigos”, en desvergonzado desmedro de su verdadera función.
El vocero del sector colorado de marras ya advirtió que, pese a innumerables indicios de quisicosas en su gestión, no aceptarán el juicio político a quien funge de defensor del Pueblo, un muchacho que a todas luces exhibe una cierta falta de equilibrio emocional, por decir. Pero seguramente alguna utilidad tendrá para alguien.
En contrapartida (algo es algo), el Senado salvó a la diplomacia paraguaya del oprobio que hubiera sufrido si se enviaba a Catar, en calidad de embajador, a una persona de alarmantes limitaciones intelectuales, a tal punto de que ni siquiera tiene conciencia de su inopia. Este señor es diputado, en demostración palmaria de la certitud en la afirmación de Eligio Ayala, quien en su libro Migraciones afirma que para ser legislador en el Paraguay “el talento y los conocimientos son superfluos”.
Y bien, en diciembre próximo y en abril del 2023 tendremos la estupenda oportunidad de dar vuelta la situación en lo referente al Congreso. Hay una oferta surtida y atractiva (no de los partidos tradicionales, precisamente), de manera que si hacemos lo que señala el artículo 3 de la Constitución Nacional (“El pueblo ejerce el Poder Público por medio del sufragio”), podríamos tener una representación parlamentaria mucho mejor, en decencia y en cultura.
En las elecciones venideras, la madre de todas las batallas se librará en el Congreso. Ya no debemos permitir ni corruptos ni ignorantes que nos roben y nos hagan pasar vergüenza.