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Al llegar la sociedad en una situación límite, solo nos queda comenzar de cero. La primera educación se recibe en la casa, por supuesto. Las escuelas, iglesias, medios de comunicación y líderes sociales o políticos tienen igualmente papeles relevantes en ese sentido. Transformar la mentalidad, recuperando el amor al estudio y al trabajo. Poner de moda la responsabilidad, el respeto, la honestidad y el patriotismo, es una tarea impostergable que no puede esperar más.
Estamos mirando campañas proselitistas patéticas. Los pre candidatos usan lenguajes fuera de lugar, ofensivos, agresivos y muy groseros. En vez de presentar plataformas de gobierno serias y confiables, se pasan descalificándose unos a otros. De repente, se agrupan en bolsas de gatos que nadie entiende y posteriormente se separan. Ni ellos se ponen de acuerdo. Crean escenas deplorables que la ciudadanía reprueba en forma contundente. Y a la hora de ir a depositar los votos esta inconducta de los políticos, tendrá consecuencias nefastas. Como si esto fuera poco, el embajador norteamericano califica como: “significativamente corruptos” a un ex presidente y al actual vicepresidente. Primero este personaje renuncia a su actual candidatura y días después vuelve a la lista. Cosa de locos. Un referente importante de la izquierda sufre un accidente cerebro vascular y cuando despierte habrá que contarle la historia sucedida mientras estaba sufriendo el evento. Nunca vimos algo igual. Muchos acontecimientos en un par de semanas.
Entonces ante esta situación, la ciudadanía queda confundida y enojada con sus autoridades que solo se preocupan por seguir en el poder y no les interesan la suerte de la gente. La inseguridad se adueña de las casas y las calles. Asaltos, robos, crímenes y delitos de toda clase se producen en el país y los productos de primera necesidad suben por las nubes. Mucha gente se queja de falta de trabajo, salud y educación, mientras los políticos pelean salvajemente.
¿Tiene relación este hecho con la cívica y la moral? Muchísimo. Cada individuo es resultado de la crianza que ha recibido, de los valores que les transmitieron, de los libros que ha leído y de su educación en el hogar y en las escuelas. Cada persona piensa, siente y actúa conforme a sus vivencias y experiencias en la vida. Percibe la realidad interior y exterior con su propia óptica y demás sentidos. No solamente se dan cuenta de lo que ocurre, los académicos ilustrados, igualmente los menos favorecidos intelectualmente, “los arandú ka aty " perciben los sucesos con absoluta claridad y nadie los engaña con discursos mentirosos. Sabe dónde está la verdad.
La corrupción daña todas las capas sociales, desde arriba hasta abajo. Si los que están en el poder roban escandalosamente, los pobres hacen lo mismo, porque no hay ejemplo que inspire. La sociedad se debate entre la anarquía y el caos, del “sálvese quien pueda”. El río está revuelto y la ganancia es para los pescadores. Ya no podemos seguir así y es la hora de cambiar.
Por eso debe volver la asignatura Cívica y Moral en las escuelas. Los niños deben leer y desarrollar un juicio crítico para mirar con claridad el presente. Para ser patriotas y exigir cuentas claras a sus autoridades. Tener ganas para estudiar y trabajar. Conseguir buenos puestos por méritos y actitudes. Ser premiados en ese aspecto. El civismo ayuda a elegir buenas autoridades, a respetar y actuar responsablemente. La moral es la honestidad, la integridad, la dignidad y la decencia que deben prevalecer en todo momento. Urgente necesitamos rescatar y poner en práctica estos valores y principios humanistas para lograr un real cambio.