Moscú tendrá que elegir entre la mantequilla y las armas

¿Ayudan las sanciones contra Rusia? Sí, ya están golpeando con fuerza a Vladimir Putin y sus cómplices y, sus efectos en la economía rusa aumentarán con el tiempo.

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Desde que Rusia violó deliberadamente el derecho internacional al invadir Ucrania, la UE ha adoptado, en coordinación con los miembros del G7, seis paquetes de sanciones contra Moscú. Más de 40 países (incluidos países tradicionalmente neutrales) las han adoptado o han tomado medidas similares.

A finales de 2022, habremos reducido nuestras importaciones de petróleo ruso en un 90% y estamos reduciendo rápidamente nuestras importaciones de gas. Estas decisiones nos están liberando gradualmente de una dependencia que durante mucho tiempo ha inhibido nuestras opciones políticas frente a la agresividad de Vladimir Putin. Probablemente creía que Europa no se atrevería a aplicar sanciones debido a su dependencia energética.

Este no es el menor de los muchos errores de apreciación del régimen ruso en este conflicto. Por supuesto, esta rápida desintoxicación de la energía rusa también crea serias dificultades para muchos países de la UE y para varios sectores de actividad. Pero este es el precio que tenemos que pagar por defender nuestras democracias y el derecho internacional, y estamos tomando las medidas necesarias para hacer frente a estos problemas de forma solidaria.

Algunos dirán, ¿pero estas sanciones afectan realmente a la economía rusa? La respuesta es sí. Porque si bien Rusia exporta muchas materias primas, también se ve obligada a importar muchos productos de alto valor añadido que no produce.

En materia de tecnologías avanzadas, depende en un 45% de Europa y en un 21% de Estados Unidos, frente a sólo un 11% de China.

En el ámbito militar, las sanciones limitan la capacidad de Rusia para producir misiles de precisión. Casi todos los fabricantes de automóviles extranjeros también han decidido retirarse de Rusia y los pocos coches producidos por los fabricantes rusos se venderán sin airbags ni transmisiones automáticas.

La industria petrolera sufre por la salida de los operadores extranjeros y por la dificultad de acceder a tecnologías avanzadas, lo que limita la capacidad de la industria rusa para poner en marcha nuevos pozos. Por último, para mantener el tráfico aéreo, Rusia tendrá que retirar de la circulación la mayoría de sus aviones para recuperar las piezas de recambio necesarias para que los demás puedan volar.

A esto hay que añadir la pérdida de acceso a los mercados financieros, la desconexión de las grandes redes de investigación mundiales y la fuga masiva de cerebros.

En cuanto a la alternativa que China ofrecería a la economía rusa, sigue siendo limitada en la realidad, especialmente para los productos de alta tecnología. Hasta ahora, el gobierno de Pekín, muy dependiente de sus exportaciones a los países desarrollados, no ha permitido a Rusia eludir las sanciones occidentales. Las exportaciones chinas a Rusia han disminuido en proporciones comparables a las de los países occidentales.

¿Estos impactos significativos y crecientes llevarán a Vladimir Putin a modificar sus cálculos estratégicos? Probablemente no en el futuro inmediato: sus acciones no se guían principalmente por la lógica económica. Sin embargo, al obligarle a elegir entre la mantequilla y los cañones, las sanciones le encierran en un círculo que se va estrechando poco a poco.

Queda el impacto de estas sanciones en terceros países, especialmente africanos, que dependen del trigo y los fertilizantes rusos y ucranianos. Las

responsabilidades en la crisis alimentaria son claras: nuestras sanciones no se dirigen a las exportaciones rusas de trigo o fertilizantes, mientras que a Ucrania se le impide exportar su trigo por el bloqueo del Mar Negro y la destrucción causada por la agresión rusa.

La verdadera respuesta a las dificultades de los mercados mundiales de energía y alimentos es el fin de la guerra. Esto no puede lograrse aceptando el diktat ruso, sino con la retirada del ejército ruso de Ucrania. El respeto a la integridad territorial de los Estados y la prohibición del uso de la fuerza no son principios occidentales ni europeos. Son el fundamento de todo el derecho internacional.

Es imperativa la transición hacia una Europa como potencia. Ante la invasión de Ucrania, hemos empezado a pasar de la intención a la acción demostrando que, cuando se le provoca, Europa puede responder. Como no queremos entrar en guerra con Rusia, las sanciones económicas son ahora el núcleo de esta respuesta. Ya están empezando a surtir efecto y lo harán aún más en los próximos meses.

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