La retreta en la Plaza Batallón 40

Como ya es costumbre desde hace varios años, los músicos de la Orquesta Sinfónica de la Policía Nacional afinan sus instrumentos bajo la atenta mirada –y oídos- de su Director. En cada uno de los integrantes se pueden apreciar el uniforme impecable, cabello corto en los varones y recogido en las damas y una postura que denota la formación disciplinada, probablemente uno de los factores del éxito de esta agrupación, y a la hora prevista -debidamente informada al público en general-, melodiosos acordes llenan por completo este hermoso espacio verde que es la Plaza Batallón 40.

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Un público atento y educado, compuesto por personas de todas las edades y bien atendido por los miembros de la comisión que cuida y mantiene la plaza, recibe entusiasta y feliz los sones de esta orquesta que se puede disfrutar en vivo - ¡todo un privilegio! -, congregados en la fría noche del pasado 30 de junio para celebrar la popular retreta de la Banda de Policía.

En su acepción original, la retreta militar era utilizada para ordenar la retirada del campo de batalla, o también para que las tropas encuarteladas se recogieran al merecido descanso por las noches, pero este concepto fue cambiando a través del tiempo, siendo hoy utilizado para denominar –como lo es este caso- conciertos de bandas de música al aire libre en lugares públicos, generalmente en parques, paseos y plazas, habiendo surgido esta costumbre en los tiempos de la colonia y manteniéndose hasta nuestros tiempos, como una expresión muy genuina de nuestro acervo folclórico.

En puridad, los que tuvimos el placer de disfrutar de las soberbias interpretaciones de este distinguido grupo de profesionales, estuvimos ante la mayor parte del elenco de la Orquesta Sinfónica de la Policía Nacional que, elevada hoy a esa categoría, fue mucho más humilde en sus orígenes, como bien lo señaló el maestro de ceremonia de la ocasión, también miembro de la misma y dueño de una prodigiosa voz de barítono que tuvo la oportunidad de lucir con varias canciones, para deleite de los presentes.

La Banda de Músicos y Escuela De Aprendices de la Policía Nacional, conmemora 100 años de su fundación, habiendo intentado crearse desde 1902 pero concretándose recién en el año 1912, siendo los primeros directores los músicos italianos Nicolino Pellegrini y Salvador Déntise, en una época en que también la mayor parte de los integrantes de la banda eran extranjeros, siendo directores y miembros buenos maestros, como se vio con los aprendices de músicos que hicieron allí sus primeras armas.

Escuchando hermosas guaranias recordamos que de esa banda surgieron músicos de la talla de José Asunción Flores (su creador), Remberto Giménez, Carlos Lara Bareiro y muchos otros, que permitieron que la misma vaya “nacionalizándose”; del mismo modo de entre los antes mencionados y muchos otros hubo quienes surgieron e hicieron historia, merced a su capacidad y también al apoyo de otros tantos directores de esta banda, verdaderos “cazatalentos” como los maestros Gerardo Fernández Moreno, Manuel Rivas Ortellado, Carlos Villagra, Wilfrido “Chocho” Alvarenga y Carlos Alvarenga González.

Polcas, guaranias, marchas militares, encantan al público dejando lugar también a baladas, entre las que no faltan “Galopera” y “Mis Noches sin Ti”, y la tierra parece temblar ante la marcha “Mariscal López”, así la fuerza e ímpetu que le pone la orquesta, que en nuestros días tiene un carácter multifacético, ya que, dependiendo del tipo de evento y audiencia, puede “desprenderse” en diversos grupos.

Así, tenemos la Orquesta Sinfónica (que podemos disfrutar esta noche), creada en el 2014 y compuesta por 50 a 80 músicos altamente capacitados para ejecutar obras clásicas y populares con arreglos modernos, especialmente en conciertos de alto nivel cultural. También la más antigua, la Banda Sinfónica, con mayoría de instrumentos de viento y algo de cuerdas y percusión, “especialista” en polcas, guaranias y música clásica; la Banda Operacional para servicios protocolares y la ejecución de himnos, la Orquesta de Cámara con exclusividad de cuerdas para actos sociales y Diplomáticos. Y desde luego que no podía faltar la Jazz Band, para conciertos de jazz en los grandes teatros con sus instrumentos de metal, bases y percusión, interpretando todas las variantes del jazz hasta llegar a los infaltables boleros, sambas y tangos.

A la cadencia de “Recuerdos de Ypacarai”, que el público corea entusiasmado, le suceden los redobles de “Campamento Cerro León” y como que se siente estremecer a la concurrencia cuando retumban al unísono el bombo y los platillos, y es hermoso ver al nieto disfrutando lado a lado con el abuelo, a familias enteras y a algún nostálgico solitario, unidos todos en una tradición que, junto a tantas otras, forman parte de nuestro ser nacional.

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