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La guerra rusa de agresión contra Ucrania viola flagrantemente el derecho internacional, los principios de la Carta de las Naciones Unidas y socava la seguridad y la estabilidad europea y global. Afecta a los inocentes ciudadanos ucranianos obligados a defenderse o a huir de sus hogares, pero también a personas en todos los rincones del mundo. Las amenazas a la integridad territorial, a la soberanía nacional, y a la independencia de cualquier Estado son una amenaza para todos nosotros. Todo ello sin olvidar las violaciones masivas a los derechos humanos, los crímenes de guerra y el uso de la violencia sexual como arma en los territorios ocupados por Rusia.
Contrariamente a la desinformación rusa, la agresión de Rusia a Ucrania también está teniendo un fuerte impacto económico global con el riesgo de desencadenar una grave crisis de seguridad alimentaria. En efecto, el bloqueo ruso de los puertos del Mar Negro y la destrucción selectiva de infraestructuras viales y portuarias está paralizando las exportaciones de Ucrania.
El ejército ruso ha atacado almacenes de grano, maquinaria agrícola y, la superficie agrícola cultivada de Ucrania en 2021 podría reducirse a la mitad. Las sanciones del G7 y de la Unión Europea al régimen de Putin no tienen la culpa de esta situación. La responsabilidad recae en Rusia, y exclusivamente en Rusia, y no en quien solo busca frenar este inaceptable ataque a un país soberano, y al orden internacional.
Seamos claros, la OTAN nunca fue una amenaza para Rusia. Basta con mirar el mapa: Rusia comparte ya frontera con los Países Bálticos, Polonia y Noruega, miembros de la alianza atlántica.
En realidad, la guerra contra Ucrania ha tenido un efecto contrario para las expectativas rusas; países como Finlandia y Suecia, neutrales durante mucho tiempo, ahora desean unirse a la OTAN, ante el riesgo de una agresión rusa.
El Proyecto Europeo, materializado en la Unión Europea, que comenzó en 1950 después de una devastadora Segunda Guerra Mundial, se basa en los principios de libertad, democracia, igualdad, estado de derecho, y en la promoción de la paz y la estabilidad. Esos principios son los que animan a la Unión Europea a exigir a los líderes rusos que detengan su agresión porque tal uso de la fuerza no tiene cabida en el siglo XXI.
Las sanciones de la UE continuarán y seguirán dirigiéndose al gobierno ruso, a su sector financiero y élites económicas, no a su pueblo. Hemos sancionado a 1.158 personas y 98 entidades rusas, movilizado 9 mil millones de euros de ayuda europea.
Nuestro objetivo es frenar la capacidad del Kremlin para financiar su agresión a Ucrania. Y, contrariamente a la desinformación propagada por Rusia, las sanciones de la UE y sus aliados no son responsables de la creciente inseguridad alimentaria (los productos agrícolas y su transporte están expresamente excluidos de las sanciones), Rusia es la única responsable.
Naciones de todo el mundo se han unido para condenar la invasión de Rusia y expresar su solidaridad con el pueblo ucraniano.
Las tres resoluciones de la Asamblea General de la ONU adoptadas con el apoyo abrumador de los Estados miembros demuestran que el derecho internacional y el orden multilateral basado en normas importan, y que no se tolerarán los ataques contra la integridad territorial o la independencia de ningún estado.
Paraguay ha sido parte de estos esfuerzos y ha condenado los ataques rusos al pueblo ucraniano en todos los foros multilaterales. La Unión Europea aprecia la firmeza de la posición paraguaya, su coherencia con la historia del Paraguay y los principios que defiende para promover un orden internacional justo, que no se base en el uso de la fuerza o la ley del más fuerte. No hemos dejado pasar un solo día sin buscar vías diplomáticas para que Rusia ponga fin a esta guerra sin sentido. Y seguiremos haciéndolo, con apoyo de países amigos como Paraguay, hasta que regrese la paz.
Embajador de la Unión Europea en Paraguay