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Si bien es cierto que se construyó un hospital en Puerto Casado, y otro en pleno desarrollo de edificación en Fuerte Olimpo, sin embargo, son soluciones a largo plazo. No solucionan los problemas urgentes que a diario deben sortear los moradores. Es por eso que la evacuación de pacientes a hospitales de otras regiones es la constante.
En el nosocomio de Casado se realizan cirugías, pero estas son programadas ya que no cuenta con médicos especialistas de manera permanente, por lo que los casos de urgencias necesariamente deben ser atendidos en otros centros asistenciales fuera del departamento.
Los hospitales de la región no cuentan con salas de terapias. Esta carencia costó la vida a varias personas, en la espera de ser evacuadas.
Una humilde enfermera, quien trabajaba en el hospital de Fuerte Olimpo, víctima del covid 19, falleció por el camino al no soportar el largo viaje de evacuación. En otro caso, un bebe falleció en el vientre de su madre, a quien no se le pudo realizar la cesárea debido a que el único médico anestesista que trabaja en el Alto Paraguay se encontraba de vacaciones.
Unas semanas atrás, una criatura falleció al no poder ser evacuada a tiempo a una sala de terapia. Dos días después, otra mujer embarazada que sufrió hemorragia durante el parto, también perdió la vida, pues de urgencia necesitaba ingresar a una UTI.
Un paciente que sufrió fractura en las piernas tuvo que viajar más de 400 kilómetros en busca de asistencia médica, ya que en el hospital de Bahía Negra, ni siquiera pudieron hacerle una placa radiográfica. Solo le dieron unos analgésicos para el dolor.
Estos son los casos más recientes de cómo vienen padeciendo los pobladores la ausencia del Estado, pero nadie hace nada para que paren estas muertes, hasta el propio obispo del Vicariato Apostólico del Chaco, monseñor Gabriel Escobar, se olvidó de mencionar en su homilía durante la fiesta de María Auxiliadora. Denunció las rencillas políticas, el auge del abigeato, pero no así la caótica situación de la salud.