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Se recopiló la información y se clasificó agrupándola en diferentes ítems titulándolos con las diversas sugerencias, de los que resultaron 35 consejos para padres de adolescentes. Pero hay un top tree para recordar: Estimular la comunicación, la expresión del amor y la puesta de límites. En los próximos números, les mostraremos por tandas estos 35 consejos.
1. ESTAR JUNTOS: GENERE ESPACIOS PARA CUIDAR EL VÍNCULO
Generar espacios para encuentros afectivos en pos de conversar acerca de las cosas personales, tomando la iniciativa, es decir, contando proyectos, actividades, situaciones particulares como una invitación a que nuestros hijos comenten sus propias cosas, sus anhelos, deseos, etc. Una pequeña salida a caminar, un bar, correr o jugar un partido, o acompañarlos en una actividad, siempre puede constituirse en una buena ocasión para enterarnos sobre la vida de nuestros hijos y aprovechar para transmitirles alguna orientación.
Divertirse con ellos, pasar tiempo de calidad donde el humor y el juego estén presentes, reírse más con ellos, mostrarse siempre disponible para conversar, más aún: generar espacios de conversación, pero no desde el control sobre lo que hacen o dejan de hacer, sino para conocer sus inquietudes, sus expectativas, lo que les gusta, lo que opinan sobre los temas en los que están inmersos etc.
Hay que intentar al menos una comida diaria toda la familia. La comida es un punto de encuentro en donde se pasa y recibe información, donde pueden discutirse temas, donde aparecen nuevas ideas, siempre y cuando la TV no sea la gran protagonista que coarta todas estas posibilidades.
Recree y reviva con su hijo, algún recuerdo, una experiencia en que se divirtieron mucho, una historia personal, biográfica, en la que descubrió que el mundo de los adultos puede ser fiable. Más allá de las dificultades de comunicación, convivencia, puesta de límites, acuerdos, etc., siempre hay algunas actividades que continúan pudiendo ser disfrutadas placenteramente entre padres e hijos: ir a la cancha, ver un partido, ir de compras, ver una serie de TV, cocinar algo, un concierto etc., dependerá de cada chico y de cada familia, pero buscar compartir momentos agradables juntos fortalece el vínculo sano, llena lo nutricio, restaura las heridas de los choques producidos por los encontronazos propios de la conflictiva adolescente.
2. SEA DIRECTO Y CONCRETO
No es necesario abundar en explicaciones, seguramente su hijo lo escuchó y ahora está haciendo su proceso. Sin vueltas. Los hijos lo han escuchado muchas veces decir ya eres grande, sabes lo que se debe hacer, pero también en numerosas ocasiones similares escuchan de usted decir: Eres un niño todavía y lo que deberías hacer es ....
A veces demasiadas explicaciones son tediosas. Explique para reflexionar, pero no hay que pasarse de ese límite, de lo contrario nuestro hijo desconecta y no nos escuchará. Póngase de acuerdo acerca de cómo va a tratar a su hijo: un adolescente no es un niño ni un adulto, es un adolescente.
3. NO COLOCARSE COMO EJEMPLO
Otra manía que tenemos los padres es plantearnos como ejemplo frente a nuestros hijos: Yo cuando tenía tu edad… Nunca es positivo predicar con teorías extraídas de la propia experiencia, puesto que es exaltarnos y descalificar la experiencia de ellos. El adolescente necesita transitar por sus propias experiencias. Se aprende más de los errores que de los aciertos. Un error invita a pensar, reflexionar, cambiar de tentativas, ejercitarnos en soluciones y, mientras tanto, se aprende.
Es básico establecer diferencias entre lo que le tocó vivir a usted de acuerdo a su historia personal, de lo que le toque vivir a su hijo de acuerdo a sus circunstancias. Los contextos y los tiempos cambian y es un error mezclar las vivencias de uno y otro, su hijo no es un apéndice suyo, es distinto y funciona de forma autónoma.
4. DELE SU TIEMPO PARA CRECER, NO LO ADULTICE ANTES DE TIEMPO
Los hijos aprenden mediante la experiencia. Déjelo hacer su proceso. Ud. podrá guiarlo, pero debe tener la paciencia de esperar los resultados de la puesta en marcha. Piense en la siembra, se coloca la semilla, se riega lo suficiente y se espera que se realice el proceso.
El adolescente no es un poco niño y un poco adulto: es un adolescente. Su hijo no escucha a veces a Gaby, Fofó y Miliki y a veces a Sabina: su hijo escucha Lady Gaga y Tan Biónica. Los cambios psicofísicos a los que está sometido también nos someten a nosotros a cambios en nuestra manera de conducirnos. No se lo puede reprender como a un niño, pero tampoco pretenda entablar con él un diálogo de adultos. Nuevamente: los adolescentes no deben ser tratados como niños ni como adultos, sino como adolescentes.
5. DIGA TE QUIERO: NOS UNE UN AMOR INCONDICIONAL Y NO DEJAR DE EXPRESARLO
No hay que dejar de expresar a nuestros hijos todo el cariño posible. El amor de los padres es el único amor incondicional, sin especulaciones. Aunque nuestros adolescentes sean aparentemente ariscos y rechacen manifestaciones de afecto, siguen siendo muy sensibles a ellas. De cara a la fachada de rebeldía, se halla la búsqueda de reconocimiento.
¡Amor y paciencia!, puede ser el lema a seguir. Abrazar, acariciar, decir cuánto los queremos es una de las formas más relevantes de nutrir y nutrirnos emocional y afectivamente. Perseverar con los encuentros familiares, armar lazos de amistad, son acciones para construir una red de amor que será una buena herencia para su hijo.
6. NO SUPONER Y PREGUNTAR
Evite anticiparse en el diálogo dándole preeminencia a los que Ud. piensa. El suponer hace que primen nuestras ideas por sobre las que nos dicen nuestros hijos. Después terminamos respondiendo a lo que nosotros pensamos y no a lo que ellos nos contaron. Cuando tenemos un supuesto sobre alguna de las conductas de ellos, es importante traducirlo en pregunta y no darlo como una afirmación. Si afirmamos lo que suponemos, sentamos en el banquillo de los acusados a nuestros hijos y lo único que les queda es defenderse.
Aprender a escuchar, liberándose de prejuicios y supuestos, es una forma de establecer un diálogo libre y franco, sin defensas ni ataques. Usted no podrá evitar que su hijo se equivoque, porque el error es la fuente de la experiencia del aprendizaje y muchas veces no deberá imponer su propia experiencia, deberá dejar que su hijo haga su propio camino. Eso sí, hay que reflexionar a posteriori.