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Supongamos que vuelve a llegar tarde. Lo más razonable sería que ya le indaguen sobre qué es lo que le está ocurriendo y le adviertan que esto ya podría ser un problema en el trabajo.
Ahora supongamos que directamente decide no ir a trabajar. Y que además tampoco da una explicación razonable sobre el motivo de su ausencia laboral.
Lo lógico sería que lo convoquen a la empresa para invitarlo con cordialidad a formar parte del enorme lote de desempleados del país apelando a la figura de despido con causa justificada.
Claro, salvo que su empleador sea un gran masoquista y decida seguir subsidiando su haraganería e irresponsabilidad.
Pasó con los diputados esta semana.
El miércoles estaban convocados para sesionar. Llegaron tarde masivamente y armaron una sesión extraordinaria para intentar enmendar la irresponsabilidad colectiva.
Comenzó la extraordinaria y al llegar al tercer punto del orden del día volvieron a dejar sin quórum la sesión, obligando a convocar a otra extraordinaria al día siguiente para intentar terminar el trabajo.
Pero la cabra tira para el monte. El resultado: 44 volvieron a estar ausentes y la sesión quedó sin efecto.
El presidente de la cámara, Pedro Alliana, volvió a amenazar con que descontará los 600 mil guaraníes que están previstos como sanción en caso de ausencia injustificada, aunque para ello se habían auto establecido a través del reglamento interno, un plazo de tres días hábiles para presentar un justificativo que los libre del descuento.
Eso sin dejar de recordar que también se auto establecieron recientemente la posibilidad que, desde la próxima semana, ya no haga falta concurrir de forma presencial a las sesiones de las comisiones que integran.
Bastará con que tengan algún teléfono conectado a internet para que se concrete la simulación laboral, sin importar que en realidad estén más concentrados haciendo proselitismo de cuerpo presente en algún acto, como lo ejemplificó esta semana el senador Javier Zacarías Irún quien “sesionaba” virtualmente en el mismo momento en el que estaba intentando atrapar votos en un acto oficial en un polideportivo en J.E. O[Leary, donde el INDERT entregaba títulos de propiedad.
Francamente es desagradable tener que lanzar un discurso generalizando sobre un poder del Estado en el que también hay gente que cumple con su obligación, y en el que creemos como espacio de representación, control y contrapeso.
Pero es inevitable al ser testigos de tanta irresponsabilidad en algo tan básico y elemental, de quienes se esconden en el corporativismo para que sus nombres e irresponsabilidades se diluyan ante la gente.
El 2023 será una buena oportunidad para premiar y castigar conductas o inconductas con el voto preferencial, más allá de que dará posiblemente como resultado un bipartidismo aún más intenso en ambas cámaras del Congreso, como efecto de la movilización de estructuras más grandes en las que al estirar votos para sí mismos, los estiran primero para sus partidos.
Ya quizás en alguna discusión posterior sobre reforma de la Constitución, pueda incluirse también la posibilidad de incorporar la figura de revocatoria de mandato para los integrantes de ambas cámaras del Congreso, a modo de otorgar un mayor control al ciudadano sobre quienes hipotéticamente deben representarlo.