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Sorprende la manera en que miembros de las fuerzas del orden siguen a pies juntillas las normas de urbanidad cuando el ciudadano común requiere de su socorro y auxilio.
Le pasó a un ciudadano en Luque, quien víctima de un asalto en la vía pública, y preso del shock, pidió socorro de la manera que pudo a los policías, chiflándolos.
Esto hirió el amor propio de los dos seudo caballeros ingleses de la Scotland Yard, quienes lo miraron por sobre los hombros, impávidos viendo como huía el malhechor.
Cuando el afectado les incprepó por qué no lo ayudaron, los señores agentes le respondieron: “’Señor Policía, acá me asaltaron’, así me tenías que decir.
La misma actitud estúpida la tienen algunos agentes de la Patrulla Caminera, como el agente Benítez a quien le molesta que las personas tengan a buen resguardo sus documentos y le hagan perder el tiempo en su “operativo lista de útiles” en la barrera de control.
“Usted tiene que tener sus documentos a la vista (registro y habilitación) o en la guantera así dice el reglamento”, refirió el señor quien agregó que bajarse del vehículo para buscar los documentos era exposición al peligro.
Pero cuando pensamos que no podíamos sorprendernos más, en la semana una pareja que llegó de urgencia al IMT fue observada por el personal de salud porque la chica (víctima de una mordedura de perro cuando entrenaba en la zona urbana) llegó en short y top al hospital transgrediendo “las normas sanitarias y morales”.
Lo de las normas sanitarias es totalmente atendible, pero ¿morales? desde cuándo una emergencia mira primero la “moral” y luego la emergencia.
Los imponderables no conocen de protocolos. Es absurdo invocar reglas, estatutos o lo que fuere para que las cosas se ajusten al capricho de unos pocos.
La Policía y el sistema sanitario deben estar al servicio de TODOS y dejarse de querer aplicar reglas en donde debe primar el sentido común. Es bien sabido que los primeros en transgredirlas de manera impune son precisamente ellos. ¡Corten!