Cargando...
Cuando estallaron las primeras críticas de la opinión pública, Borba cambió su versión diciendo que en realidad el beneficio era en el marco de la Ley 6.487 en la que no se hace distinción de niveles económicos. Sin embargo, de acuerdo a la documentación presentada se pide en el marco de la primera opción, es decir, para pacientes pobres.
¿Para qué miente? Solo después de que los hechos pusieran en evidencia a Borba, la familia Abreu emitió un videocomunicado aclarando que ellos costearían los gastos del procedimiento al IPS, cosa, que sabemos es improcedente por la naturaleza del ente.
Hay tres elementos que impiden ver la situación con claridad: la manipulación de las autoridades para torcer beneficios a favor de una persona con mentiras, la inequidad del acceso a la salud para los asegurados del IPS y el supuesto argumento de que los “ataques” a Abreu son por una cuestión religiosa.
No se trata de una cuestión religiosa. Ni de evangélicos versus católicos.
Ni siquiera es porque el beneficiario sea un pastor evangélico como Emilio Abreu -quien ha tenido la ocasión de ostentar las bendiciones materiales que Dios le concedió antes de su enfermedad, ni se trata de los cuatro kilos que pesa la trompeta de oro que vio cuando salió de su cuerpo, según dice.
Se trata de cómo el sistema no funciona de igual manera para todos, en especial para los que se han pasado la vida pagando un seguro social que no les ha brindado respuestas a sus desahucios sanitarios. Se trata de cómo la propia autoridad de Salud, se mofa del sistema sanitario concediendo privilegios con mentiras descaradas.
Ojalá el pastor Abreu se salve y tenga la oportunidad de vivir, esa oportunidad que otras personas hasta hoy no la tienen que claman mediante oficios judiciales para continuar con sus vidas y otros ya ni eso.
En este país todos somos iguales ante la necesidad de contar con respuestas a nuestra salud y ante el riesgo de la muerte. El tema es que hay algunas personas que son mucho más iguales que otras. Y en esa igualdad es la solidaridad al que no es tan igual, mala suerte.
En la cuestión de supervivencia todo se vale. Lo que no se vale es socavar el sistema y, teniendo poder económico, servirte de quienes en realidad deberías servir, ya seas autoridad sanitaria, leguleyo o referente religioso.