Tengamos feliz 2022

Están disparadas las cifras de contagios de covid, nuevamente, independientemente de que se hayan acomodado o no las estadísticas para acumular en los últimos días de 2021 cifras mayores con el fin de desalentar las grandes fiestas de fin de año, las “aglomeraciones”, como las llaman ahora los nazis.

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Con eso ponen sobre nuestras cabezas, de nuevo, el tema de un posible colapso del sistema de salud, y la supuesta “necesidad” de implementar restricciones de derechos para que, también supuestamente, los hospitales puedan atender a los contagiados que requieran internación.

El “ejemplo” europeo se esgrime, una vez más, como modelo y fórmula para nosotros. El inveterado y bien pagado servilismo colonial de algunos que, alegando tener “autoridad” médica o técnica, proponen adoptar cuanto autoritarismo aparece en el Decrépito Continente, arrecia igual que en los años 30 del pasado siglo, buscando convertir a nuestra sociedad en un remedo cruel de la nunca superada aspiración corporativa europea.

Esta vez con más fuerza pues lo empuja el oligopolio tecnológico norteamericano, ávido de repetir en el mundo el “modelo chino”, semejante en todo al fascismo europeo.

La ecuación que usan tiene el dudoso mérito de ser falsamente simple: Una muerte que se evite restringiendo derechos, justifica la restricción de derechos, lo que repiten hasta el aburrimiento estos enemigos de la libertad y de la felicidad.

La verdad es que nuestros derechos no dependen de que podamos evitar muertes. Nuestros derechos son de cada uno de nosotros, nos pertenecen individualmente, sin que la suerte de nuestros vecinos pueda esgrimirse para arrebatárnoslos.

Nunca mi derecho a la vida puede usarse para suprimir el derecho a la libertad de mi vecino, salvo que su conducta personal y particular sea una amenaza para mi vida o mis derechos.

La ecuación genérica que usan con la excusa del covid es, por supuesto, una estafa. Sólo si mi vecino tiene una conducta consciente que sea una amenaza para mi vida o mis demás derechos se justifica la restricción de sus derechos. Sólo los de él, los de nadie más. La responsabilidad es personal, nunca jamás genérica. Extender genéricamente la responsabilidad es condenar gratuitamente a gente inocente, lo cual es la práctica que caracteriza a los totalitarismos.

A los nazis que instrumentan la excusa del covid les da igual que los inocentes paguen por los culpables. Es más, desde los tiempos bíblicos los enemigos de la libertad hacen pagar a los inocentes por los culpables. Pero esa no es la vida civilizada. Porque no es lo justo. Hacer pagar a los inocentes por los culpables es un monstruoso acto de barbarie, de crueldad, de injustica, de rústico primitivismo pastoril.

De nosotros depende: O somos fuertes para aplastar a los nazis y ser libres y felices; o somos débiles y los nazis nos aplastan para mantenernos oprimidos y obedientes.

evp@abc.com.py

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