Será un año sin sorpresas

Susanita pregunta: “¿Cómo será el año que viene?” Y Mafalda responde: “¡Muy valiente porque como anda la cosa animarse a venir…!” ¿Animarse a venir e instalarse en el Paraguay por doce meses? Sí, muy valiente tiene que ser no por las cosas que han pasado, que fueron muchas y feas, sino por las que nos esperan en un año político y judicial cargado de malos presagios.

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Este año nos encontrará de nuevo con muchos problemas pendientes de solución y otros que se nos irán agregando. Las internas partidarias para las generales del 2023, así como están hoy los preparativos, prometen que serán no solamente reñidas, también con resultados que es posible debiliten más aún nuestras instituciones por el dinero que podría definir el destino de los comicios.

Por el momento, muchos abdistas ya se pasaron al bando opuesto con la esperanza –o la certeza- de continuar con los acomodos. Los tránsfugas se encaraman a la primera tabla de salvación con olvido, o desprecio, de la ética y las convicciones. Pero esa tabla es para salvarse a sí mismos, nunca para beneficiar al país cuyo destino les importa muy poco o nada.

A este grupo tenemos que agregar otros males: los políticos que buscarán quedarse en el Parlamento no obstante la nula gestión demostrada en años. Entre estos, hay quienes aspiran llegar al Senado cargados de delitos. Lo buscan para huir de la justicia. Diputados y Senadores son un buen refugio para quienes delinquen.

En la justicia hubo una excepción que confirma la regla: la ejemplar condena a Ramón González Daher y a su hijo, miembros del poderoso clan político, judicial y económico que desde el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, manejado a su antojo por el finado cartista, Oscar González Daher, tejió sin escrúpulos una red de fiscales y jueces para proteger y expandir la delincuencia familiar y grupal. Tres valientes juezas repararon, de algún modo, el robo y el dolor de centenares de víctimas. Se da la particularidad de que González Daher sigue sin pisar la cárcel y desde su domicilio continúa con el apriete a los supuestos deudores. La investigación fiscal cada día encuentra nuevos delitos que “adornan” a esta familia.

Por otro lado, con el raro caso mencionado, el Poder Judicial y el Ministerio Público siguen socorriendo a conocidos personajes que llegaron a la fama mediante la corrupción. No pasa un día sin que la prensa se ocupe de tales políticos con profusión de sus actos delictivos. ¿Qué teme un fiscal o un juez para cumplir con el deber que la sociedad le ha encomendado? ¿Un delincuente es más poderoso que la Constitución Nacional y las leyes? Es más ¿un delincuente con dinero puede más que un Estado de Derecho? ¿Es tan fácil doblegarlo? ¿No hay manera de parar a quienes se alzan contra las instituciones democráticas? ¿Somos tan inútiles que cualquier asno con la chequera repleta puede torcer el destino del país que anhela vivir tranquilo, sin sobresaltos, con decencia?

¿Es tan débil nuestra justicia que no es capaz de meter presos a dos o tres gobernadores, probadamente corruptos? ¿No puede hacer lo mismo con otros políticos, o ahijados de políticos, que están en la delincuencia? ¿No es también delincuente el fiscal o el juez que mira de reojo –si mira- los delitos que se cometen debajo de sus narices? Con tanta permisividad ¿no están fomentando la delincuencia?

Frente a este panorama desolador, la respuesta de Mafalda tiene una importancia capital. Tiene que ser muy valiente este año que se inicia para haber venido y habitar entre nosotros. Muchas cosas le sorprenderán, le asustarán; tanto, que tendrá ganas de regresar o arrepentirse de haber venido. Pero ya no tiene más remedio que quedarse.

A nosotros, como país, nos queda la esperanza, la ilusión, de que la ciudadanía tomará conciencia de lo que sucede y procurará enderezar lo torcido.

alcibiades@abc.com.py

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