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Por supuesto, las agencias gubernamentales EFE, AFP, DPA y las oficialistas como AP, las gigantes tecnológicas Google, Facebook, Twitter, entre otras y grandes medios norteamericanos de comunicación redujeron deliberadamente la difusión de este documento y poca gente tuvo conocimiento de su existencia.
Hace cuatro o cinco días, el “Wall Street Journal” y otros medios revelaron, mediante el uso de la ley de “Acceso a la Información Pública” de Estados Unidos, una serie de emails intercambiados entre Fauci, la OMS y los gigantes tecnológicos norteamericanos mediante los que Fauci y sus cómplices organizaron la censura mundial de la “Barrington Declaration” con el argumento, típicamente fascista, de que la misma ponía en riesgo las cuarentenas que se estaban implementando en el mundo contra la pandemia.
No voy a discutir aquí los beneficios de tal o cual política de salud pública. Lo que pretendo plantear es que los que impulsan las cuarentenas impiden debatir científicamente su utilidad directa, sus daños colaterales, sus bases informativas.
Para explicar el problema que plantea la supresión del debate, quiero recordar lo que significa el concepto “ciencia”, valiéndome de la definición de Wikipedia: “Es una empresa sistemática que construye y organiza el conocimiento en forma de explicaciones y predicciones verificables…los nuevos conocimientos en ciencia son producidos por quienes están motivados por la curiosidad y el deseo de resolver problemas…El método científico es un modo empírico de adquirir conocimientos…que implica cuidadosa observación, riguroso escepticismo” (duda) “dado que los presupuestos cognitivos pueden distorsionar el modo de interpretar las observaciones”.
Wikipedia coincide con la definición del Diccionario de la Real Academia: “Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”.
En síntesis, no hay ciencia sin debate. No cualquier debate. Debate libre. No hay ciencia con censura. La censura y la ciencia no son compatibles.
Es un síntoma ominoso del totalitarismo de quienes imponen la cuarentena como política pública que estén repitiendo hasta la última coma las conductas de los “científicos” (Tycho Brahe) que sirvieron para condenar a Galileo a prisión perpetua por sostener que la Tierra giraba alrededor del Sol.
La diferencia es que en tiempos de Galileo los protestantes se habían constituido en polos liberados de debate. Ahora, el poder de los fascistas es global.