La corrupción mata

Se habla del año del laicado y del compromiso de los católicos con la familia, la Iglesia, en la sociedad, instituciones y los diversos estamentos del país, sobre todo en el sentido de luchar contra la corrupción y buscar la recuperación de los valores de honestidad, verdad, integridad, justicia y coherencia.

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Pero, ¿quiénes son los laicos? El padre Carlos Galeano, párroco de Villa Florida, Misiones, durante la festividad de la Inmaculada Concepción de María del 8 de diciembre, explicó que los laicos son todos los bautizados, quienes forman parte de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

Significa que quienes dicen ser católicos por el bautismo, sea presidente de la República (en el caso de que sea católico), ministros, diputados, senadores, fiscales, magistrados y quienes ocupan cargos en las diversas instituciones de la República, salvo que profeticen otra religión, son laicos. Y como tales tienen la responsabilidad de cumplir con los preceptos de la Iglesia Católica.

La misión del laico es inmensa, pero existe un mayor compromiso ante la ola de corrupción institucionalizada, robo, usura, extorsión, chantaje, lavado de dinero, tráfico de drogas, contrabando y asociación ilícita para delinquir, entre otros males.

Como cristianos, seguidores de Cristo, entendemos que deben procurar ser ejemplos de integridad y honradez; poner en práctica el respeto a la persona humana, así como los demás principios como tolerencia, empatía, comprensión, humildad y solidaridad. Esta tarea no solo le corresponde a los laicos, sino también a los consagrados: obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas que por la consagración tienen mayor responsabilidad.

Pero cuando pisamos tierra, en este mundo infernal, hay tantas miserias humanas que la vida cotidiana nos muestra la realidad. La corrupción galopante es uno de los peores males que azotan al país.

¿Cómo luchar contra la corrupción en el año del laicado? Que cada quien cumpla su rol con honestidad e integridad sería ya un buen inicio para recuperar valores. Hay que tomar conciencia y asumir compromisos con valentía para enfrentar los males que azotan al país.

El otro problema grave es la impunidad por la falta de sanción a quienes cometen defraudaciones en las instituciones. El obispo de Caacupé, monseñor Ricargo Valenzuela, en su carta, ante tanta corrupción y defraudaciones dijo que “la corrupción mata”.

rmontiel@abc.com.py

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