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Con esto no decimos que el presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol debe ser removido, eso es cuestión de los directivos de clubes cómplices, solo que se impone delegar responsabilidades y dar libertad a otro idóneo a que maneje el destino de la selección, hasta acá sin rumbo y sin atisbo de solución a corto plazo. No estuvimos en Brasil 2014, tampoco en Rusia 2018 y el tren que lleva a Qatar 2022 está casi completo, solo quedaba el último vagón del que están colgados otros seleccionados con mayores chances de subir a diferencia de nosotros.
Ni hablar del ciclo más reciente, ojo no decimos proceso, porque no lo fue, solo referirnos a este que arrancó apostando volver a una Copa del Mundo. Se echó mano al colombiano Juan Carlos Osorio, un pasajero que pasó faltando el respeto, pasaron las opciones y se quedaron con Eduardo Berizzo, que estuvo más tiempo buscando imponer su desacertado estilo de juego, sin llegar nunca a nada. Pasaron dos Copa América, sin nada en el legado, doce partidos en las eliminatorias y un largo periodo sin saber a qué apuntábamos. Llorar sobre la leche derramada no es ser mala leche...
Arrancamos mal con Guillermo Barros Schelotto, al que nada se le puede atribuir aún. Pero cómo duele ver a un equipo sin alma, sin vergüenza, sin actitud, sin reacción, sin nada... El primer gran reto del nuevo entrenador es encontrar uno que sepa ser líder del grupo, que tenga la capacidad de sacar la cara, poner el pecho y saber juntar de nuevo a una camada que sepa absorber las adversidades, levantarse y ponerse de pie cuantas veces sea necesario. El paraguayo no debe rendirse nunca y menos en el campo de batalla.
De esa renovación, la dirigencia no está ajena, muchos ya mostraron que no están aptos para el cargo, es momento de blanquear a los que buscan solo aparecer en las alegrías y se esconden cuando las papas queman. Dirigentes que no supieron resolver nada, que no tienen afinidad con los futbolistas ya no deben estar ni cerca. Tampoco permitir a este grupo de jugadores poner exigencias, pues méritos no lo hicieron y que por el contrario, deben mirar a los que recientemente hicieron valer la historia albirroja.
Es momento de saber elegir a uno que comande el anclado barco paraguayo con un proceso ya mirando el 2026, pues más allá de depender aún de la calculadora soñando con ir a Qatar, las pilas están con batería casi agotada y el recargado tal vez no sea suficiente como para capear esta tormenta en solo cinco vuelos sin tener a la vista a un piloto idóneo o mejor con licencia habilitada.
Quién debe ser elegido, es responsabilidad de la dirigencia en saber elegir a uno y este asumir el desafío de enderezar el rumbo. Si no lo encuentran, dar libertad absoluta al director deportivo que si sabe de cancha, que si sabe de vestuarios, que si sabe de grupo que supo estar en los momentos malos y volver a levantarse después de cada caída. Se nos vienen tantas cosas, pero muchas veces no se puede decir todo, pero lo único que no nos pueden cuestionar es que hemos dicho en su momento que era el adecuado para cambiar al anterior entrenador que no dejó nada en el legajo, solo un grupo de futbolistas soporíferos y una etapa mediocre.
Piden apoyar, siempre hubo respaldo, pero cuando hay que decir que las cosas están mal, es nuestra obligación gritarlo a los cuatro vientos y no ser cómplices de nada... No nos interesa ser amigos y menos complacientes con los dirigentes, pero siempre el respeto será nuestro estandarte. Así como los hombres pasan y las instituciones quedan, los periodistas cumplen ciclos y los medios siguen, también los futbolistas pasan, pero la historia los juzgará...
En fin, a la falta desesperante de jugadores con aptitud y actitud, también es necesario cambiar a dirigentes...
@micacere