Leyó bién: gasto social

El presidente Jair Bolsonaro hizo temblar la semana que culminó a los mercados e inversores de Brasil tras anunciar su plan de aumentar el gasto social para el periodo 2022. Leyó bién: GASTO SOCIAL.

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Sí. El mismísimo Gobierno del mandatario de derecha que tiene como ministro de Hacienda al economista Paulo Guedes, un liberal formado en la famosa “Escuela de Chicago”.

Las especulaciones sobre que tal proposición para el presupuesto 2022 de la economía más grande de América Latina es por interés electoral es solo una anécdota.

Esta decisión claramente no lo reconvierte en socialista. Para nada. Sino que termina por derribar mitos en su contra y aceptar una realidad que no se puede tapar con el dedo: crece la pobreza y el hambre apura.

Y en medio de todo, lo que menos necesita Brasil ahora es una crispación que vuelque a la población a las calles.

La administración de Bolsonaro apunta a quebrar el techo de gastos para el próximo año.

Esto genera ronchas y sarpullidos en los mercados e inversores. No en todos, solo a los sin compromiso social a quienes el mismo Bolsonaro dejó en evidencia al momento de decidir de dónde sacar los fondos necesarios que financiarán un programa de subsidios para unas 17 millones de familias de escasos recursos. Éstas recibirían -según las categorías- entre US$ 18 a US$ 90 mensuales.

Este gasto social tiene varios “padres”. Habría nacido durante el Gobierno del expresidente Fernando Henrique Cardoso, fue ampliado después con la presidencia de Lula da Silva -que le cambió la denominación con “Bolsa FAmilia”- y la de Dilma Rousseff, después; para en la actualidad volver a cambiar de nombre y seguir su mismo objetivo con la administración de Bolsonaro como “Auxilio Brasil”.

Este vasto programa es algo parecido al paraguayo Tekoporá, con la diferencia de que para acceder y sobre todo seguir recibiendo los recursos, el Estado brasileño primero certifica el compromiso de la contraparte de llevar a sus hijos a las escuelas y tener la pauta completa de vacunación, por ejemplo.

En el caso nuestro es más asistencialismo. Pero -bueno- eso ya es tema para otro debate.

La Bolsa de Sao Paulo cayó, el dólar subió frente a la moneda brasileña, el real; y se generaron otras turbulencias en un Brasil que avizora un panorama gris para el 2022 en el ámbito económico.

Bolsonaro no tardó en defender su propuesta frente al mercado financiero.

Mi parte favorita fue esta: “el mercado se pone nerviosito. Pues si ustedes explotan la economía de Brasil, personal del mercado, ustedes también serán perjudicados”.

De todo esto queda claro que el Brasil de Bolsonaro va camino a cumplir con sus delineamientos previos, sin improvisaciones; y pese a la pandemia.

Y esto también aplica a la ahora de definir su estrategia en Itaipú.

Su agenda está trazada, diseñada. Se hace sentir como lo que es: un Imperio. Sabe con claridad qué es lo que quiere y por dónde tomar ventaja; y la debilidad de su adversario; mientras mantiene en segundo plano sus rencillas internas.

Ésa es la actitud que uno espera de sus gobernantes: decisión y determinación para impulsar sus planes en temas relativos a los intereses nacionales, aunque le cueste enfrentarse a grupos de poder.

viviana@abc.com.py

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