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Aunque, a decir verdad, uno en especial puso en el tapete un asunto que grafica con claridad el porqué Latinoamérica tiende a retroceder y mucho tienen que ver los poderes fácticos.
Sebastián Piñera. Presidente de Chile y un discurso de despedida de parte de un experimentado político que deja este año de ser por segunda ocasión gobernante de su país.
Por cierto, ya no puede optar por la reelección porque la vigente Constitución de Chile lo prohibe. La próxima Carta Magna está en proceso de redacción, tras una crisis y un referendo.
Palabras más, palabras menos: el virus del populismo amenaza las democracias de América Latina.
Piñera fue muy claro. Como el covid existen “otras enfermedades igual de tóxicas y letales para las sociedades democráticas y amantes de la libertad, como el virus del populismo, el cáncer de la polarización y la peste de la fragmentación política. El virus del populismo opera prometiendo soluciones superficiales y fantasiosas, que sabe que no puede cumplir”, decía en una parte de su alocución ante otros presidentes, jefes de Gobierno y diplomáticos de distintas jerarquías.
Agregaba que las democracias de nuestro continente pasan por un “proceso de progresivo deterioro”.
De esto no cabe ninguna duda, es una realidad que condena a la región a seguir en el circulo vicioso de la inestabilidad con efecto directo en la economía y su posterior consecuencia: el aumento de la pobreza.
Pero el párrafo más importe de su discurso se resume con estas líneas: “la principal amenaza proviene de gobiernos electos democráticamente. Es decir, con legitimidad de origen, que maniobran para eternizarse en el poder, avasallan la independencia de los otros poderes del Estado, cooptan los órganos encargados de súpervigilar los procesos electorales y muchas veces aplastan a los opositores”.
No mencionó nombres. Pero qué bién encaja por estos lares.
La libertad está en juego en cada elección, incluso en las regionales. Incluso en las municipales.